

Secciones
Servicios
Destacamos
La política exterior española parece condenada a sufrir tensiones con Marruecos. La historia se repite y cuando no son las guerras coloniales es la liquidación ... del protectorado, la contienda de Sidi Ifni, la Marcha Verde, Ceuta y Melilla, Perejil y en el etcétera, el Sáhara. Siempre el Sáhara. Nos hemos olvidado de los primeros momentos del conflicto cuando la dictadura, y particularmente su hombre fuerte Luis Carrero Blanco, contemplaron la idea de concederle al territorio una independencia limitada lo cual generó una dura oposición de Argelia, Marruecos y Mauritania ejemplificando una unidad que muy pronto acabaría como el rosario de la aurora, enfrentados hasta el extremo que cincuenta años después Argelia y Marruecos continúan sin tener relaciones. Tras la verborrea de unidad árabe, los tres aspiraban a anexionarse el territorio.
En los últimos días de la enfermedad de Franco, España renunció frívolamente, sin contar con respaldo alguno ni mandato de la ONU, a la ocupación de la colonia y el viejo conflicto estalló, aunque con diferentes principios: saharauis contra marroquíes. Los saharauis encabezados por el partido independentista Frente Polisario, con el respaldo de Argelia y el grueso de los países comunistas y de los No Alineados, proclamaron la República Saharaui, que, tras una guerra inicial, languidece con parte de los habitantes –unas 200.000 personas– recluida en míseros campamentos en Tinduf (Argelia).
Pocos repararon entonces en un detalle crucial ante la legislación internacional y la legitimidad: España había abandonado el territorio, pero no había renunciado a la soberanía que medio siglo después sigue manteniendo y suponiéndole múltiples complicaciones. Esa situación ha venido siendo un motivo permanente de tensiones con Marruecos que se han sumado a otros intereses. La coalición actual del Gobierno con varios ministros de Unidas Podemos que no se resigna al pragmatismo diplomático que ha optado por la neutralidad en el conflicto, despierta en Rabat mayores sospechas. La intromisión de Trump, adjudicando la soberanía –que él no administra– a Marruecos y la rapidez con que se ha sumado a la iniciativa el primer ministro británico abre una nueva situación diplomática para España que pierde el control del Estrecho y, a la vez, agrava la tensión en torno a Ceuta y Melilla.
El gran argumento español para defender el actual estatuto que se derrumba, es que en la misma situación se encuentra Francia y, por supuesto, que su posición es la de la Unión Europea.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.