«Si no hubiera visto a Velázquez, hoy sería un pintor de segunda», confesó Richard Serra. Por eso, tras ver 'Las Meninas', Serra dejó la pintura. Pensó que jamás podría acercarse mínimamente a lo que Velázquez había conseguido cuatro siglos atrás, así que colgó los ... pinceles, cogió la amoladora y se dispuso a dibujar líneas de hierro en el aire.

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Hay que ser valiente para reconocer la verdad, asumir la derrota y a otra cosa, mariposa. Yo también sé la verdad pero, a diferencia de Serra, decido ignorarla y continúo escribiendo como si no supiera que nunca voy a llegar al nivel de este o de aquella. También te digo que, si la alternativa a escribir fuera convertirme en millonaria, cerraba el ordenador ya mismo. Desafortunadamente, veo más factible la crianza de caracoles.

No soy la única que mira para otro lado. En un banco de Bristol ha aparecido una placa de latón grabada. Reza: «Para mi amor. Marido, padre, adúltero. Sí, Roger, lo sabía». Una se sienta a fumar un cigarrillo en ese banco y pega su espalda contra un adulterio, como ella pegaba la suya en la cama contra el adúltero. Y ahí siguió, levantándose a la mañana siguiente para hacer el té y para hacerse la tonta, sabiendo que el pieza de Roger iba a ver a la otra cada vez que salía de casa, y aun así le arreglaba la corbata, como si no pudiera evitar presumir de marido aunque fuera delante de una amante. Pero, cuando Roger falleció, al mismo tiempo y en el mismo sitio en el que encargó la lápida, su viuda pidió que grabaran la placa de latón para que todo el mundo supiera lo que ella ya conocía. Una venganza pública, barata, rápida y post mortem. Espero algún día poder vengarme de los buenos escritores con solo tres frases.

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