Robotitos
«Dibujar, componer música, escribir literariamente, conforman nuestra humanidad, nuestra alma»
Escribí una línea en inglés, sin ponerme poético, una frase simplona, «a journalist working hard», y a los pocos segundos el cacharrico, que es un ... bot, o sea, unas líneas con código en una pantalla, tiró de redes neuronales, según parece, y dibujó algo. Un «algo» que es lo que la maquinita, entrenada con millones de imágenes, cree que se corresponde con la descripción que introduje (y que ustedes pueden ver en la cabecera de este artículo). Dibujar, escribir literariamente, componer música, son algunas de esas actividades que definen en buen modo qué somos. Para mí conforman nuestra humanidad, el alma, la esencia que parte de la creatividad.
Hace ya tiempo que empresas periodísticas utilizan bots para construir textos informativos vertiginosos sobre resultados deportivos o económicos. El siguiente paso es construir una obra literaria a partir de unas pocas líneas argumentales. Incluso, parece, es posible hacer que un conglomerado de chips y cables previamente alimentado con los textos de Miguel Delibes se transmute en MiguelDelibes2.0 y redacte novelas que nunca estuvieron en la cabeza del hombre que se ganó con ese talento un espacio en la historia de las letras.
Lo mismo con la música. Ya no es que un afinador de voces robótico me coloque a mí la capacidad de Bruce Dickinson para los agudos, es que una maquinita rastreará las redes sociales y la Web para prever tendencias, mezclará un 'hit' de éxito garantizado al 99,9% y le pondrá la voz de Klaus Meine, la guitarra de Eric Clapton, la batería de Lars Ullrich y hasta los aplausos de mi prima en la primera fila de un Wembley imaginario.
¿Esto no les da miedo? Ya me dirán cuando lleguen los primos robóticos del satisfyer.
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