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Cuando los adalides de la innovación legislativa pergeñan una idea para proteger algo o a alguien, suele salir mal. Recordemos cómo Irene Montero puso en ... la calle a manadas de presos condenados por delitos contra la libertad sexual, por decirlo suavemente. Pero para creativo, el presidente Sánchez, cuando estiró o arrastró la legislación vigente para satisfacer a los independentistas catalanes acusados de delitos graves contra la integridad del Estado. Ahora, el ministro Planas la ha emprendido contra el bienestar animal, interpretando a su aire normas europeas. Y ha molestado a todo quisque.
El Real Decreto 666/2023 (quizá encajaron los tres seises adrede, el número bíblico de la bestia) obliga a los veterinarios a tragar con obligaciones que les han alarmado. Se echaron a la calle contra el Gobierno porque, aparte de no haberles consultado sobre la redacción de la norma y escuchar sus reticencias contra ella, esta genera un problemón para animales, 'propietarios' y los profesionales que los atienden. El punto e) del artículo 4 de esa majadería pone en tela de juicio la buena praxis y el compromiso de la profesión con la salud animal doméstica.
Desde el ministerio, da la sensación de que un veterinario es un delincuente en potencia. El entramado legal atenta contra la salud pública, porque tontea con la zoonosis, y mañana cualquier persona podría sufrir una enfermedad causada por el desahogo de la Administración. Además, deja desvalidos a las mascotas a causa del papeleo. Eso, sin contar con el almacenaje de antibióticos sin sentido y los descartes irresponsables que conlleva en las manos equivocadas.
Es un desastre legal holístico que debe repensarse. No puede tratarse de la misma forma el control sanitario de una explotación ganadera que la asistencia debida a perros y gatos. Yo tengo una gata en casa que recogí de la calle a petición suya. Como no es de diseño, vivirá más y mejor, salvo que el gobierno dé otra vuelta de tuerca a la pretendida salud de nuestra fauna, complicándole la vida a todo bicho viviente. Lo decía Chomsky en su decálogo: crean el problema y después te ofrecen la solución que ya tenían pensada.
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