Las tripas versus Sánchez

Ese enfado se manifestó en Valladolid, donde gobernaba un socialista de alma indisimuladamente conservadora, como la ciudad. Casi nadie daba un duro por las opciones de Carnero, pero el fango en el que Sánchez se desenvolvía a causa de sus extrañas compañías han decantado el resultado de las urnas.

El trumpismo de Ayuso tuteló el discurso de un desorientado Feijóo y sus medios de transmisión, que difundían eslóganes que no se ajustan a la decencia que debe perseguir la verdad. El cesarismo y el trilerismo de Pedro Sánchez tampoco han contribuido para evitar la masacre en las elecciones autonómicas. Page en La Mancha se libró por los pelos, distanciándose del presidente. No tuvo tanta fortuna Vara en Extremadura, una comunidad secularmente machacada por el trile, que parecía ver la luz del progreso con la instalación de empresas de tecnología punta. Y quien gana legitimidad es Mañueco, que ve blanqueado su pacto con Vox, reeditable en el ayuntamiento pucelano y en las generales.

La conmoción es de tal magnitud que Sánchez convocó ayer elecciones generales para el 23 de julio, en vacaciones y con la gente saturada de politiqueo. Hay pocos muebles que salvar. Tremendo.