Podemos, insoportable levedad

Podemos, el vagón de cola del entramado que arrastra los pies a duras penas, ha visto diluido su protagonismo engullido por el propio devenir del sentido común.

La criatura que lidera Pablo Iglesias en la sombra quiere reclamar su porción de la tarta en el Gobierno con las mimbres de antes y que la consorte del patriarca-tutor vuelva a ser ministra. Irene Montero, caída en desgracia por méritos propios, no quiere ser condenada al ostracismo solo por haber concatenado una ristra de meteduras de pata que escandalizaron al país en su conjunto, con la inestimable ayuda de los juristas que dieron el visto bueno para llevarlas a cabo (que esa es otra). Aunque conociendo la naturaleza humana, puede que Belarra y sus huestes sacrifiquen hasta esa indeseable posibilidad y Montero tenga que buscarse la vida en otros caladeros. No lo tendría difícil (incluso habiendo perdido su imperio Jaume Roures, defenestrado por los chinos).

Si un subordinado dice en público que el propietario de su empresa es un incompetente, su despido es solo cuestión de minutos. Pero eso no sucede en el gobierno de Sánchez, a pesar de que Belarra haya desacreditado al presidente contándonos a todos y al mundo que quien la nombró ministra «no está a la altura». ¿Votará el ala Podemos a favor de la investidura? Igual sí.