Ridículo ferroviario

Resultaría jocoso, si no fuese un escándalo inadmisible en la cuarta potencia del euro –que presume con razón de una red de alta velocidad de vanguardia– y un insulto a los cientos de miles de usuarios afectados, el ridículo en el que se han visto ... envueltos Renfe y Adif con el encargo de 31 trenes para cubrir trayectos en Cantabria y Asturias con unas dimensiones que les impiden pasar por túneles construidos en el siglo XIX que deben atravesar. Aunque el Gobierno lo ha mantenido oculto hasta ahora, el mayúsculo error fue detectado hace un año y medio por la empresa fabricante, CAF, cuando el proceso de construcción estaba en las fases preliminares de diseño, y retrasará al menos dos ejercicios –hasta 2026– la circulación de las nuevas unidades que sustituirán a otras obsoletas. Esta monumental chapuza exige no solo la auditoría abierta por el Ministerio de Transportes para identificar cómo pudo producirse, sino la inmediata depuración de responsabilidades. La destitución de dos cargos de menor relevancia de las dos sociedades públicas afectadas es manifiestamente insuficiente dada la gravedad del caso, del que el Ejecutivo debe ofrecer las explicaciones debidas.