He aquí una noticia mala y otra buena: la chunga, que la hacienda consistorial, que rellenamos entre todos, dispone de 5.000 euros menos; la buena, que la de la Junta, que también pagamos a escote, ha crecido en la misma proporción. O sea, lo ... que se va por lo que se viene. El trueque, tal y como conté hace nada, es consecuencia del esperpento de Cabalgata que circuló a primeros de mes por algunas calles sin permiso del Gobierno regional, que ha sancionado al municipio con esa cantidad.

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Cuando me enteré del tema, la primera palabra que me vino a la cabeza fue 'ridículo', porque no deja de ser chusco que el 'niño Ayuntamiento' tenga menos dinero en la hucha y la 'señorita Junta' engorde la suya por idéntico motivo. Salvando las distancias, que son muchas, este trueque de parné entre administraciones me recuerda al juego de los triles, con la diferencia de que el dinero que está sobre el tapete es suyo y mío, desocupado lector. Si las meteduras de pata de un organismo público las pagara (con dinero, con latigazos, con cárcel) el responsable del acto punitivo, estoy seguro de que todos serían más cuidadosos con la guita que manejan.

Pero como eso no va a cambiar, el resultado es que el consistorio del señor Puente tiene ahora cinco mil euros menos para pintarrajear calles peatonales, y el gobierno del señor Mañueco diez billetes de 500 para batallar a muerte contra la pandemia. En fin…

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