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G. Carrión

Vender casas de humo

«Mejor que una empresa pública, una nueva Ley del Suelo podría ayudar a paliar la mala situación actual, con escasez de solares públicos, causa por la que muchos ayuntamientos no pueden(aunque quisieran, porque tampoco quieren) construir vivienda social»

Viernes, 13 de diciembre 2024, 06:56

La casa por el tejado es el primer sencillo del fantástico disco de Fito y los fitipaldis, Lo más lejos a tu lado, de 2003. También es una expresión española que significa comenzar las cosas por el final, costumbre muy común en nuestro país. Tan ... bien nos conocen nuestros vecinos, que uno de los versos del Roman de la Rose –obra del amor cortés escrita en el siglo XIII– asocia con cuentos y vanidades construir castillos en España, expresión coloquial en francés e inglés, equivalente a nuestro Hacer castillos en el aire.

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Tales son, según la RAE, sueños o promesas sin una base sólida, ideas que se lleva el viento, como la propuesta gubernamental de crear una empresa pública de vivienda, que huele a chamusquina. Menos mal que ya no estamos en tiempos del emperador romano Alejandro Severo, quien castigaba cruelmente a los vendedores de humo.

Para levantar edificios es preciso terreno urbanizable, luego son necesarias licencias más ágiles (mejoras en la burocracia municipal), ladrillos, albañiles, fontaneros, electricistas, todos recursos tan costosos que pensar en 'casas baratas' es soñar castillos en España. Mejor que una empresa pública, una nueva Ley del Suelo podría ayudar a paliar la mala situación actual, con escasez de solares públicos, causa por la que muchos ayuntamientos no pueden (aunque quisieran, porque tampoco quieren) construir vivienda social.

El precio de la compra y el alquiler reflejan la escasez de la oferta y los gastos de la nueva construcción. Y estas circunstancias no son provocadas por maliciosos especuladores, sino causadas por la ausencia de incentivos fiscales y suficientes garantías para los propietarios. Los gobiernos prefieren limitar los alojamientos turísticos y culpabilizar a los arrendadores. Mala idea.

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Las constructoras privadas tienen serias dificultades para encontrar trabajadores. Una empresa pública podría incorporar funcionarios, quienes no suelen dedicarse a encofrar, sino a tramitar procedimientos (lentos) en edificios cada vez más vacíos e inútiles, dado lo ilusorio de algunas políticas públicas. Esto sucede en mi opinión con el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana, cuya sede en el Paseo de la Castellana bien podría destinarse a otros usos o privados (incluso habitacionales).

He aquí una solución eficiente, sostenible e innovadora, no el humeante y ya antes aireado anuncio de cientos de miles de pisos. Un replanteamiento de los edificios públicos para adaptarlos a las necesidades reales de la gestión actual y la presencia cada vez más limitada de empleados en esos espacios, situados en el centro de las principales ciudades, justo donde el problema es mayor.

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