Secciones
Servicios
Destacamos
Esta madrugada vienen los reyes de oriente con sus regalos, aunque muchas familias ya recibieron obsequios la noche del 24, cuando pudimos ver un año más en las principales televisiones a nuestro Rey, Felipe VI, que no es mago ni viaja montado en un camello, pero sí es un monarca competente y respetable ... , tan valorado como los de la cabalgata (Melchor, Gaspar y Baltasar).
Así lo piensan también millones de españoles que hacen otras cosas en vez de escuchar su mensaje en Nochebuena: brindar con el cuñado (buen tipo), llamar a familia y amigos (que viven lejos), cortar jamón (los afortunados), evitar que los niños pequeños se coman las figuritas del belén (para no colapsar las urgencias), mirar el pescado en el horno antes de que se estropee (pierde textura y sabor), leer otro capítulo de 'Ser y tiempo' de Heidegger (causa probable de divorcio), acordarse de navidades anteriores (deformadas por la memoria).
Todas estas actividades son razones o distracciones para no prestar atención al Jefe del Estado, pero siempre pueden verse resúmenes después, consultarlo en red o descargarse el vídeo en cualquier dispositivo. Una cosa es la audiencia y otra el interés, diferido en este caso por los cambios de costumbres y la extensión de la Tardebuena, el cierre demorado de comercios para permitir compras de última hora y la convención social de contestar los cientos de 'whatsapps' y llamadas cariñosas o protocolarias. La opción política monárquica o republicana no es indicativa del número de espectadores. A la vista de sus comentarios y respuestas en redes, los críticos no se han perdido ni un detalle.
Y el que calla otorga (dicen), aunque si se jura o promete lealtad al Rey –yo lo he hecho– coherencia manda y hemos de reconocer su condición. Ejemplar, sin duda, el 24 de diciembre (también otros días del 2024), como seguirá siéndolo en 2025 y los siguientes. Él, la Reina y la Princesa de Asturias, porque España tiene la fortuna de ostentar una excelente Monarquía constitucional. Sus medidas de ejemplaridad y transparencia han reforzado sobremanera la institución, cabalmente mirada con envidia en muchos países de nuestro entorno.
El Rey además se rodea de buenos consejeros. En su discurso navideño ha llamado la atención el término 'bien común', un concepto tan clásico de la teoría política que pareciera no necesitar explicaciones. Pero esta opción no es trivial, pues podría haberse referido al 'interés general' (expresión más propia de la Constitución española) u otros sinónimos. En cambio, ha elegido una idea de moda en el lenguaje de vanguardia del pensamiento jurídico contemporáneo, aunque sus raíces sean profundas, desde Santo Tomás.
El constitucionalismo del bien común se ha convertido en la doctrina más efectiva para frenar los excesos radicales de la extrema derecha liberal en los Estados Unidos. Su defensor es el Profesor Vermeule, un catedrático de Harvard. Quien sugirió incorporar esta cita en el discurso del Rey sabía lo que hacía. Adrian Vermeule es un conservador moderado, un académico que defiende soluciones intermedias entre las locas ocurrencias de Trump y un liberalismo clásico que no convence a la mayoría de los estadounidenses.
El bien común atrae a pensadores demócratas muy respetables; también a los republicanos partidarios de propuestas más ponderadas e integradoras.
La Democracia sirve al bien común y es un máximo común denominador, lo que no es la República. Aquí y ahora, los republicanos tienen en su contra la mala imagen de algunos de sus voceros. Uno escucha hablar a representantes de ERC o de Sumar (antes Podemos) y se le quitan las ganas de pensar como ellos. Ni siquiera una apertura total de mente permite comprender su tendencia sectaria y radical. Y luego denuncian la 'fachosfera'. Ellos y ellas fueron quienes trajeron a España el agonismo, una concepción política basada en la confrontación y el extremismo.
El bien común comporta sacrificar el propio interés para servir a la sociedad, justo lo que no pensó el aún Presidente de la Generalitat de Valencia cuando gastaba un dinero considerable de su partido político (ha dicho) mientras su región se inundaba y morían cientos de personas, miles sufrían daños espantosos e irreparables (por no haber sido alertadas) y el gobierno autonómico no tomaba decisiones porque su cabeza estaba ausente.
Cuando los políticos que elegimos en España rindan cuentas de verdad, la gente recuperará su confianza en el sistema. Mientras tanto, al menos podemos creer en la Monarquía, en el Rey, la Reina y la Princesa de Asturias, su legítima heredera y sucesora. Mi primer deseo para este 2025 es que Leonor, que reinará seguro, tome el mejor ejemplo de sus padres, comprenda el dolor de la gente y siempre piense en el bien común, no en su comodidad, ni en comilonas, ni en frivolidades. Vivan los reyes y las reinas responsables.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.