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Comenzará mañana. La toma de posesión del Presidente electo Donald Trump iniciará un período de cambios radicales en la política interna de los Estados ... Unidos, su estrategia económica y las relaciones internacionales. El esperado discurso avanzará algunas prioridades, pero sabremos toda la verdad después, al ocupar el despacho oval, cuando comience a firmar órdenes ejecutivas con medidas concretas.
Aranceles y limitaciones al libre comercio aprobará sin lugar a dudas. Su impacto sobre otras economías puede ser drástico, aunque también perjudicarán a los exportadores americanos, generarán inflación y situaciones de desabastecimiento similares a las de Inglaterra tras el Brexit. Si los precios altos se mantienen, el desgaste político dañará la imagen de país y el valor de la moneda se verá afectado.
Todo lo relacionado con la inmigración es muy previsible. Cientos de miles de personas amanecerán asustadas por el riesgo de ser deportadas. Esos trabajadores son necesarios en la agricultura, los servicios, la industria, el cuidado, para pagar pensiones e impuestos. El crecimiento económico se puede interrumpir si se les amedrenta y castiga, dejarán de aportar su esfuerzo y energía a una sociedad que siempre ha progresado gracias al talento extranjero.
Otro colectivo muy damnificado será el de los empleados públicos. La reforma de la Administración federal está entre los compromisos del nuevo Presidente, para el que cuenta con su amigo y consejero, Elon Musk, quien no ha ocultado los planes: exigir presencialidad extrema a los funcionarios, controlar su lealtad al proyecto político y reducir costes a toda costa, con daño seguro en los servicios públicos.
Las cárceles, los bomberos, los hospitales (ya), la seguridad, todo tenderá a privatizarse más, así que quien pueda pagar los costes, estará protegido y cuidado. El resto vivirá con más precariedad y muchas dificultades. La desigualdad se cebará con las minorías históricamente desfavorecidas, sin distinción entre mujeres y hombres, aunque no veremos ningún progreso en relación a la igualdad de género.
Otros asuntos vendrán después: Las decisiones que tome Trump sobre la Reserva Federal, los coqueteos con los criptobros y la posible desaparición de controles sobre los chiringuitos financieros son la operación más arriesgada de todas las que se vaticinan. Su impacto sobre los intereses estadounidenses puede ser más brutal que la caída de un cohete privado sobre la ciudad de Nueva York, ahora que los millonarios envían sus naves al espacio.
¿Suena apocalíptico? Ojalá así fuera, una exageración. No dispongo de una bola de cristal, ni acierto en todas las predicciones. Aposté con varias personas hace dos años que Trump ganaría. Me callo otras cábalas para no asustar demasiado. Y también creo que pueden decirse cosas buenas de Donald Trump, incluso como condenado por un Tribunal federal. No consume alcohol ni otras drogas (¿se imaginan que lo hiciera?), no tiene un historial bélico como sus antecesores, tantas veces se le ha ido la fuerza por la boca evitando hacer daño a mucha gente.
¿Lo hará con nuevas guerras? Puede ser, y será un error. Aunque Estados Unidos tiene un ejército capaz de todo, su poderío militar no ha impedido fracasos estrepitosos a lo largo de la historia. País que invaden, territorio que devastan (Irak). Tampoco han ayudado mucho a la Democracia o la Justicia en Iberoamérica (mucho más ha contribuido España).
Lo más peligroso, sin embargo, no es lo que haga el Presidente, sino los intereses que pululan a su alrededor, alguno de los cuales ha puesto sus ojos sobre Europa. Los primeros mensajes contra la Unión Europea ya se han escuchado, ataques a países aliados también en la OTAN. Ya podemos prepararnos.
Ellos irán a lo suyo. MAGA («Make America Great Again») se convertirá en un slogan estudiado en los libros de historia. Ya antes otros similares fracasaron, como todos los grandes proyectos en contra de los demás, basados en ganadores y perdedores, que desperdician lo más valioso de la colaboración humana (lo llaman win-win, gana-gana).
Esto es lo malo de polarizar, de dividir, de sembrar la discordia y pretender aniquilar al adversario, negar su legitimidad y convertirlo en un enemigo, aunque sea nuestro paisano, u otro ser humano que merece el respeto. Quienes no comprenden el valor eusocial de nuestra especie (sobrevive el que tiene más amigos, no el más fuerte), terminan encontrándose con gente más bruta que ellos con quienes se matan a tortazos.
Los egoístas y codiciosos también intentan quedarse con todo. Y esta vez lo harán a través de las criptomonedas, como antes fue mediante el petróleo, u otras operaciones financieras. Ya se sabe que la avaricia rompe el saco, así que tanta ambición desenfrenada, con todo el poder político a su favor, solo puede tener un resultado. Tras la 'Hibris' viene la 'Némesis', siempre fue así a lo largo de la historia. No hay excepciones. Esta vez al dólar podría costarle muy caro.
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