José Manuel Cervino y Andoni Ferreño, en una escena de 'Entre naranjos'. TVE

Entre naranjos, mal gobierno

Un siglo más tarde, los responsables del Gobierno valenciano han de recapacitar sobre sus decisiones: el craso error de no reclamar la declaración de emergencia nacional, su incapacidad escandalosa para enviar las debidas alertas, la pasmosa falta de reacción en momentos tan terribles

Ricardo Rivero Ortega

Catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Salamanca

Domingo, 17 de noviembre 2024, 08:47

La comparecencia del presidente de la Generalitat de Valencia el viernes en las Corts recuerda la novela de Blasco Ibáñez 'Entre naranjos', convertida hace años en serie de Televisión española, mucho después de que la Metro-Goldwyn-Mayer estrenara en 1926 'The Torrent', con ... Greta Garbo en uno de los papeles principales. En esta película de cine mudo, la imagen de la crecida del río que inunda un pueblo valenciano, se lleva los puentes por delante, arrasa los campos y la vida de las gentes, nos muestra la abrumadora recurrencia de los sucesos y los patrones de conducta de los gobernantes.

Publicidad

Desde hace cien años, el autor de 'Cañas y barro' no ha sido superado por nadie en sus descripciones de la idiosincrasia levantina. El libro que les recomiendo contiene reveladoras descripciones de la política local. Sus párrafos vienen al caso ahora, con el poder instructivo de la mejor literatura cuando describe el trabajo en el Congreso del Diputado, que se dormía y al desperezarse preguntaba al compañero si votaba sí o no. El mismo que defendía con vehemencia la necesidad de obras para prevenir las riadas, inversiones que no llegaban nunca a su circunscripción, pero mantenían engañada a la gente que le votaba en el pueblo, igual que habían elegido antes a los caciques de siempre.

Estos personajes nunca cumplían sus promesas, ni tenían la más mínima consideración por los sentimientos de la gente. Tras escuchar esta semana la perorata de Mazón, queda claro que los responsables del Gobierno valenciano no se plantean recapacitar sobre sus decisiones: el craso error de no reclamar la declaración de emergencia nacional, su incapacidad escandalosa para enviar las debidas alertas, la pasmosa falta de reacción en momentos tan terribles. En vez de disimular, uno tras otro debieran dimitir, pedir perdón y esperar las previsibles exigencias de responsabilidades penales por las muertes, los daños y el sufrimiento de tantas personas.

Otros gobiernos anteriores y autoridades estatales también han de prepararse para rendir cuentas, a la vista de los detalles sobre aquello que se pudo hacer para reducir la catástrofe y no se hizo. Una rápida lectura de los planes de gestión de los riesgos de inundación y las memorias de la Confederación Hidrográfica del Júcar apuntan la incompatibilidad de la Ley de la Huerta de Valencia (aprobada en 2018) con las obras necesarias en el barranco del Poyo. La protección del paisaje de naranjos impedía adoptar las debidas precauciones para evitar lo que ocurre periódicamente con la gota fría, la DANA, la avenida, la crecida, el desbordamiento, la inundación, la riada, el Torrent, todos los nombres del desastre que el mal gobierno empeoró.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad