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Hace cien años, en Valladolid había dos clubes de fútbol. La actual camiseta blanca y violeta suma los colores del Deportivo español y la Real ... Unión deportiva. Al fusionarse, se convirtieron en un conjunto competitivo que ha dado alegrías –y últimamente algunos disgustos– a la ciudad por la que pasa el Pisuerga. Ojalá vuelvan pronto los éxitos, porque el Pucela presenta un palmarés memorable, grandes jugadores en su historia y triunfos sobresalientes.
Todo esto resulta de sumar fuerzas, de aglutinar las energías de una provincia en torno a un propósito común, de los pocos que conciertan apoyos de tirios y troyanos. Si una causa logra el consenso, debe protegerlo como oro en paño, evitar las divisiones y discordias con todos los esfuerzos necesarios. Cuando hay concordia, todo crece; la discordia en cambio empequeñece. Al Estadio José Zorrilla acude la hinchada con el consabido riesgo de pulmonía. El día que los aficionados dejen de estar motivados, será una pésima noticia desde cualquier punto de vista.
Siempre hay que evitar llegar a ese punto, trabajar para mantenerse cohesionados. La fragmentación de las fuerzas y las capacidades, cuando no son muchas, es una mala idea. Salamanca experimenta esa circunstancia en el fútbol, conforme a una vieja tradición de los bandos enfrentados. Sevilla sostiene al Betis y a los otros gracias a un superpoblado alfoz. Es muy costoso y esforzado mantener dos equipos en la primera división, pero la provincia hispalense tiene el doble de habitantes que la de Valladolid, así que dispone de margen para dividirse.
Y ustedes se preguntarán, ¿acaso no nos hemos enterado de alguna iniciativa de crear un equipo alternativo, dadas las críticas actuales por la gestión y las perspectivas de descenso de categoría? Pues no, todo este razonamiento viene al caso como comparación con lo que vemos los últimos años en las manifestaciones del 8 de marzo (ayer), con la causa feminista peleada y segregada, este año también en Barcelona.
La capital condal tiene dos equipos de fútbol: el Barça y el Español. Allí están divididos por más causas (menos razones), pero donde la situación es extrema es en Buenos Aires, con cinco equipos en la Primera División argentina (Boca Juniors, River Plate, Argentinos Juniors, Vélez Sarsfield, San Lorenzo y Huracán). Eso sí, cuando juega la Albiceleste, nadie duda en apoyarla (lo que no sucede en Barcelona con la Roja).
A mí me encantaría ver que, tratándose de los derechos de las mujeres, nadie tiene ninguna duda en respaldar. Si hablamos de violencia de género, que todos condenemos. Da igual izquierdas, derechas o centros, lo importante es aceptar que nuestra sociedad crece en capacidades y libertades desde que evita la discriminación, las limitaciones afganas a las niñas y las jóvenes, o cualquier otra manifestación primitiva o contemporánea del machismo. Sólo pensar en las regresiones que se están produciendo en algunos lugares del mundo produce escalofríos, no queremos volver a un estado de cosas en el que grupos de hombres se crean superiores a las mujeres.
Los debates sobre derechos de las personas trans, la controvertida propuesta de prohibición de la prostitución (que sin duda seguiría existiendo en la clandestinidad), los propósitos o despropósitos de las leyes de reforma del Código penal sobre delitos contra la libertad sexual, pueden plantearse por supuesto. Pero quien no es capaz de reconocer la causa común, su valor y necesidad, despilfarra una oportunidad de progreso.
En nuestras casas, escuchamos las opiniones de mujeres de distintas generaciones y modos de pensar. Agradecemos cada día su inteligencia y valores. Nos demuestran que sin ellas la sociedad nunca avanzaría. Pero cuando observamos en la calle recorridos distintos de dos manifestaciones, entonces comprendemos que la política partidista lo ha contaminado todo, incluso aquello que merece tanto respeto.
Desde el Ministerio de Igualdad, deberían tenderse puentes, trabajar porque no hubiera duda sobre el carácter transversal y compartido de esta causa. El grado de éxito o fracaso de su gestión, desde mi punto de vista, es cuantitativo y cualitativo. Si el número de personas que se manifiestan volviera a ser el que fue, si participaran gentes de todas las ideologías, mucho mejor sería.
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