Riaño
Rincón por rincón ·
«En el banco más bonito de León la historia le da la mano al presente. Es la belleza de un escenario natural único; y la belleza de un cementerio, también. Ambas merecen disfrute y recuerdo»Rincón por rincón ·
«En el banco más bonito de León la historia le da la mano al presente. Es la belleza de un escenario natural único; y la belleza de un cementerio, también. Ambas merecen disfrute y recuerdo»El banco más bonito de toda la provincia de León se encuentra atornillado al suelo en la localidad de Riaño, casi pegado a la Ermita de Nuestra Señora, a escasos metros de las campanas que repicaron durante décadas en un valle ahora desaparecido y que ... ahora se exponen como muestra de un paso que no merece olvido.
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Cuatro tablones de descuidado barniz invitan a sentarse mirando al oeste, mientras el viento llega del sur para mover los árboles que le rodean. Se respira en lo que parece ser un cuadro de colores cambiantes. Mientras la naturaleza se adueña de la vista, el paisaje crece como uno no se puede ni llegar a imaginar. Sentado en ese lugar tan excepcional, rodeado en el horizonte por los picos Gilbo, Yordas y Las Pintas, la vida se detiene, o lo parece, y por un momento el sosiego lo invade todo.
Merece la pena sentarse allí durante unos minutos y disfrutar de todo lo que la naturaleza puede crear. Siendo espectacular, lo es aún más cuando se cierran los ojos porque es entonces cuando el visitante suma a la naturaleza presente aquella que se esconde bajo las aguas de un pantano maldito. Toma protagonismo entonces la vida que se imagina y está ausente. Qué belleza tan extrema asaltaría al viajero de turno poder contemplar el valle perdido, aquel que quedó abducido por una decisión que aún hoy no se comprende y que sembró de miedo, dolor y rabia a más de una generación de leoneses atados a la tierra y a sus recuerdos. Las aguas que ahora sirven de reflejo para los Picos de Europa, las mismas sobre las que se parece poder poner los pies cuando uno se sienta en el banco más bonito de León, en realidad tapan una enorme dosis de belleza perdida y una notable parte de la historia de la provincia.
Allí, en el fondo, aún respira la memoria de Anciles, Salio, Huelde, Éscaro, La Puerta, Burón, Pedrosa del Rey, Riaño y Vegacerneja, los pueblos que una decisión política imposible en los tiempos actuales, condenó simplemente girando el pulgar en dirección a la tierra. Abajo, en lo más profundo, quedaron los huesos de los antepasados, las vivencias de los más jóvenes y la historia de nueve pueblos que merecían vida y no muerte.
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Viven bajo el agua estos pueblos y casi sin querer se asoman cada día para compartir el pasado con quienes se deleitan con un presente extraño. Siendo mucha, la belleza que se muestra hoy no admite comparación con la que entonces se podía disfrutar.
Riaño fue una mala decisión, la peor, y nunca nadie quiso reconocer un error tan brutal. Franco, el dictador, puso en marcha una obra gigantesca para compensar su falta de altura política y su empecinamiento, para sorpresa general, solo fue comparable su locura con la obstinación que dejó ver Felipe González y Javier Saenz de Cosculluela a la hora de dar continuidad a aquel megalómano proyecto. Paradojas de la historia, dos mundos opuestos unidos por un desastre. Tanto empeño se puso en aquella locura, por quien la empezó y por quienes la quisieron finalizar, que las compuertas del embalse de Riaño fueron cerradas el 31 de diciembre de 1987. Qué ironía. 24 horas después, solo 24 horas después, entraba en vigor una directiva europea que hubiera hecho inviable su construcción por el inasumible coste medioambiental.
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En el banco más bonito de León la historia le da la mano al presente. Es la belleza de un escenario natural único; y la belleza de un cementerio, también. Ambas merecen disfrute y recuerdo. Sentarse en el banco más bonito de León se unen dos mundos. Bueno será tenerlo presente.
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