Seguir durante año y pico las comparecencias públicas de la señora Casado o del señor Igea tras las reuniones del Consejo de Gobierno fue una actividad agobiante a más no poder. La evolución de los datos de muertos e ingresados, contagios, Ucis y demás ingredientes ... de la pandemia bastaban para perder la fe en cualquier posibilidad de retomar un día aquella vida cotidiana que perdimos en marzo de 2020. Durante más de sesenta semanas, el tono monocorde en la exposición de cifras y estadísticas y la cara de funeral que exhibían el vicepresidente de la Junta y la consejera de Sanidad eran para echarse a llorar. Pero ayer, a pesar de que la mañana estuvo tristona y lluviosa, los representantes del Gobierno regional anunciaron a bombo y platillo que había llegado el momento de empezar a revivir.
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Desde ya mismo podemos permanecer hasta las tantas en la calle sin llevar en la boca el DNI, consumir dentro de los bares, ir a discotecas, cines, teatros, piscinas y otras actividades de ocio y cultura, señales evidentes de que la vida se abre camino gracias a la Sanidad Pública y a las vacunas. No obstante, para que la jornada no fuera redonda del todo, la Universidad hizo públicas, también ayer, las conclusiones de un estudio según el cual «las condiciones de vida de los jóvenes españoles se encuentran entre las peores de Europa». Lo malo es que eso no se arregla con un pinchacito en el brazo…
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