Secciones
Servicios
Destacamos
Cuentan los indígenas arabelas, pobladores de las riberas del río Curaray entre el Ecuador y Perú, que en las ramas finas de los árboles más viejos se esconde un espíritu maligno llamado Asihngo. Solo se aleja de los espesos bosques amazónicos cuando calienta el sol, ... mientras el chamán invoca la ayuda del dios Yacuruma para que las almas buenas lo arrojen del poblado. En la entraña de su foresta más tupida, la selva amazónica se vuelve impenetrable y misteriosa, guardiana de la ley de quienes la habitan, hombres, animales y plantas, e intérprete de los enigmas de sus dioses. Por las excesivas corrientes fluviales peruanas del Marañón, el Ucayali y el Napo circulan curacas, petroleros, regatones, buscadores de oro, militares, aventureros y, trashumantes todos en ese territorio tenebroso y arcano que el sosiego de las aguas del dios Amazonas convierte en paraje adecuado para toda revelación y confidencia espiritual.
Un centenar de obispos amazónicos, reunidos en Sínodo la semana pasada, pintaron de verde con sus casullas el esplendor de la Basílica de San Pedro en Roma. Asistieron también a la ceremonia los apus (jefes de tribu) de achuares, shipibos y arabelas, que conocí hace años en sus poblados del Ucayali y el Tigre, adornados ellos con aureolas de plumas y portadores del mensaje acordado en asamblea de su comunidad en la maloca: que los hijos de la selva piden respeto, educación, sanidad y también atenciones religiosas, porque sufren el olvido incluso de la Curia de Roma. También estuvo allí en faena de todoterreno episcopal mi amigo Michel Olaortúa, vasco irreductible, hermano agustino y vicario apostólico de Iquitos, otra de mis patrias sentimentales. A su regreso de Roma, Michel falleció el viernes pasado en Iquitos con las botas puestas de misionero entre ríos. Su alma reposa quizás entre los cedros y los manatíes de la reserva Pacaya-Samiria.
He aquí el mapa demográfico de esa región amazónica del Perú, provincia de Maynas: medio millón de habitantes sobre una superficie similar a la de Galicia más Castilla y León, de los que el 90% viven en Iquitos, la capital de un departamento que solo cuenta con una carretera asfaltada de 100 kilómetros. Una decena de puestos de misión (casi todos católicos, pocos protestantes y adventistas) siguen la regla del cristianismo llegado a Iquitos hace dos siglos, cuando se hizo amazónico antes de la 'fiebre del caucho' ajustándose a las tradiciones de las etnias locales. Su religiosidad primitiva se adecua a la práctica ancestral del chamanismo vinculado a las tradiciones, la mitología y los ritos de la Amazonía. Solo tres parroquias católicas mantienen los agustinos fuera de Iquitos. Las enormes distancias, la falta de carreteras y la escasez de población imponen una nueva perspectiva cristiana para asegurar la atención a los nativos, que se esconden a veces en diminutos poblados lejanos y ocultos bajo una selva lujuriosa.
Recuerdo mis viajes por los ríos Marañón y Tigre, el ruido del peque-peque, la lancha empujada por un pequeño motor, o el potente fueraborda que avisa en cada recodo a las débiles canoas de los nativos. Bajan ellos desde sus caseríos con frutos para su venta en Iquitos y en busca de los más elementales géneros de consumo: jabón, sal, azúcar, arroz… Desde Iquitos hasta Intuto, un asentamiento petrolero sobre el río Tigre a unos trescientos kilómetros en línea recta desde la capital, el viaje por agua dura tres o cuatro días. Esas mismas condiciones de lejanía y aislamiento se viven en los pueblos de toda la cuenca del Amazonas, sea cual fuere la dimensión de los poblados, el caudal de los ríos, la bandera que presida la Casa de Gobernación y la altura del campanario de la iglesia.
La Amazonía es un espacio de soledades divinas o humanas, y la lejanía de la capital rige la vida y la muerte de sus habitantes. Me viene a la memoria el transporte fúnebre que llevé a cabo, travesía de una larga jornada por el río Napo desde Santa Clotilde hasta un caserío de Angoleros, para entregar a su familia el cadáver de una mujer que había fallecido tras una operación de apéndice en la misión católica regentada por dos misioneros canadienses. A la llegada a destino, el teniente gobernador se vistió de alba y estola negra y presidió el funeral de la difunta, que fue enterrada cerca del río con la solemnidad del rito cristiano oficiado por el jefe de la aldea. Todos los asistentes besaron las manos del cura improvisado, porque la selva acorta mucho las distancias entre el clérigo oficial y el chamán que ejerce de sustituto eclesiástico. Nunca supe a qué iglesia pertenecía aquel cura espontáneo de Angoreros.
El Sínodo de la Amazonía celebrado en Roma trajo la revelación a los obispos llegados de la América fluvial: el Vaticano va a autorizar en ese territorio la ordenación al sacerdocio de hombres casados, con el fin de que los cristianos perdidos en las soledades de la inmensa cuenca emblemática por su valor ecológico, más de cinco millones de kilómetros cuadrados de superficie, puedan ser atendidos en sus demandas de servicios religiosos: bautismos, misas, comuniones, matrimonios, catequesis y funerales. Esta excepción eclesiástica de los curas casados, que modifica una norma del Derecho Canónico practicada desde hace más de diez siglos, fue aprobada en el Sínodo por 128 votos a favor y 41 en contra. Votaron los obispos de la Amazonía y también los de la Curia romana. Esa inspiración del Espíritu Santo, que entreabre la puerta a la singularidad de curas casados en otras circunstancias y latitudes, no hizo temblar la columnata del baldaquino de Bernini.
Así es la Amazonía, un paraíso sorprendente capaz de corregir la teología oficial y las leyes canónicas. Cuentan los nativos achuales que el águila negra Atchin, ave con grandes poderes, se eleva muy alto sobre la foresta cuando calienta el sol. Es la señal de sembrar la yuca. Vista desde el aire, la selva es un laberinto colmado de enigmas donde nace la sabiduría para combatir tabúes y dar a luz profundas revelaciones.
.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.