Repugnante Ortega

En ese año fue derrotado por la opositora Violeta Chamorro, en una alternancia plenamente democrática que se fue deteriorando hasta que el antiguo guerrillero, desairado por el país que a su juicio no le había agradecido suficientemente sus esfuerzos para expulsar a Somoza, inició una nueva etapa autoritaria. Esta ha incluido una represión feroz a sus antagonistas y ha terminado de forma pintoresca con la designación de su esposa como vicepresidenta, en lo que podría llegar a ser una inefable república hereditaria y corrupta.

Todos los dictadores son repugnantes, pero especialmente quienes traicionan a los pueblos que los han encumbrado después de una gesta liberadora, como en este caso. Ortega, líder sandinista, rodeado de personalidades relevantes como Ariel Ramírez o Ernesto Cardenal, pudo haber pasado a la historia como un héroe. Pero lo hará como un tirano, después de encarcelar a toda la oposición, de haber liquidado a los más vociferantes y de haber construido un régimen de terror. Las democracias -y España en particular- no deberían hablarse siquiera con estos sayones que someten a vejaciones y torturas a su propio pueblo.