Remake socialdemócrata
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Una presumible coalición en Alemania entre el SPD, los verdes y los liberales refuerza la narrativa ideológica de Sánchez en el PSOELa negociación del proyecto de Presupuestos Generales del Estado ha entrado en una recta determinante no exenta de una cruda negociación entre el PSOE y Unidas Podemos. Se tensará la cuerda, pero no se romperá porque a nadie le interesa en este momento la quiebra ... de la coalición de gobierno. Otra cosa es más adelante. No es descartable que a poco tiempo de terminar la legislatura ambas formaciones escenifiquen una fractura controlada para intentar capitalizar políticamente el balance de la alianza. Será una voladura que tendrán que medir para evitar que el tiro les salga por la culata.
Finalmente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha decantado la balanza a favor de las tesis de Yolanda Díaz en cuestiones bien sensibles como la subida del Salario Mínimo Interprofesional y la aplicación de un mínimo tipo del 15% en el Impuesto de Sociedades, en línea con la línea marcada por la OCDE. Díaz ha pedido 'cuidar' la coalición y el presidente ha tomado nota y ha entendido el mensaje, aunque pueda quedar en entredicho el papel de la vicepresidenta Nadia Calviño.
En cualquier caso, a Pedro Sánchez le ha salido en el último momento un inesperado aliado. Se llama Olaf Scholtz, es el ganador de las últimas elecciones alemanas y es el candidato del Partido Socialdemócrata, ministro de Finanzas con Angela Merkel y previsible canciller en un futuro al frente de un Gobierno de coalición 'semáforo' que integre, además de a los socialistas, a los verdes y a los liberales. Está por ver el ejercicio de sincretismo y eclecticismo político de los partidos alemanes, que tendrán que negociar cómo combinar la expansión del gasto público, una reforma fiscal progresiva, la contención de la deuda desde criterios de ortodoxia económica liberal y medidas audaces contra el cambio climático. Pero el futuro pacto entre socialdemócratas y verdes, que en su momento ya gobernaron en coalición con Gerard Schröeder, constituye un aval para Sánchez a la hora de defender su actual pacto entre la socialdemocracia tradicional y una formación nacida a su izquierda, de nuevo cuño y fraguada en su momento en los movimientos sociales, que ha experimentado una reconversión vertiginosa tras su llegada al poder no exenta de desgastes y contradicciones.
El inesperado triunfo del SPD, al menos hace pocos meses, a pesar de la necesidad de los pactos, refleja una resurrección europea de la socialdemocracia en un momento en el que parecía que muchos situaban a esta corriente ideológica en el camino de una creciente irrelevancia. Tras la victoria laborista en Noruega, la inesperada vuelta del SPD al poder desmiente a quienes pensaban que los socialdemócratas iban a ceder a los ecologistas el liderazgo del campo progresista, ya que estos últimos podrían conectar mejor con las nuevas generaciones y con el voto urbano.
Los resultados no han confirmado estos pronósticos y han demostrado que el centroizquierda es aún un combustible de movilización electoral y que emerge un remake socialdemócrata moderado que sigue siendo un referente viable en una coyuntura en la que los riesgos del extremismo populista se ceban en los sectores sociales más desencantados. Sánchez pretende que el Congreso federal del PSOE reafirme esa apuesta por la modernización del discurso y colocarse en vanguardia de la renovación.
De esta forma, con Escandinavia y Alemania de color socialdemócrata, que España y Portugal se coloquen en el sur del continente con los mismos colores, y con un Gobierno en Italia de mayoría progresista, dibujan una Europa que regresa a sus tradicionales equilibrios ideológicos después de la Segunda Guerra Mundial. El único riesgo real es que el malestar social puede ser capitalizado a partir de ahora por la extrema derecha y los ultranacionalismos antieuropeos.
De aquí que la Convención del PP desarrollada esta semana de forma itinerante tenga como asignatura pendiente la definición de un proyecto de centroderecha que marque claras distancias con Vox. Casado aspira a escenificar un proyecto de unidad interna que neutralice la imagen de choque que proyectan los mensajes de Isabel Díaz Ayuso, representante de una derecha descarada, dura y sin complejos, dispuesta a batirse en la 'guerra cultural' hasta con el mismo papa Francisco. El multitudinario baño de masas de la plaza de toros de Valencia pretende alentar la escenografía de una alternativa sólida, pero el factor Vox, que no pincha en las encuestas, complica la apuesta de Casado por construir un relato alternativo homologable en Europa. Hasta el momento, Sánchez juega el partido con este factor de ventaja.
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