El Reino

'El Aparato', ¡ay El Aparato! ese término que utilizamos para definir a quienes deciden en cada momento qué es lo mejor para el partido y, sin duda, para ellos mismos. Quien domina 'El Aparato', domina la escena, reconocen sin rubor en privado, después de soltarnos el discurso sobre transparencia y regeneración.

No he podido evitar pensar en 'El Reino' en los últimos días, sobre todo tras comprobar cómo la bancada del PSOE en el Congreso jaleaba las intervenciones de Pablo Iglesias. El mismo que hace pocas semanas abucheaban y desprestigiaban en público y en privado porque era un peligro para la estabilidad y los mercados. El mismo que hace menos de tres años les recordaba su pasado manchado de «cal viva». Apenas han cambiado las caras de quienes sientan sus posaderas en el Congreso, pero sí lo ha hecho el guión de quienes mueven los hilos de 'El Aparato'. Pelillos a la mar –han dicho– y sus dignas señorías, chitón. Más vale que se apresuren a borrar su histórico de tuits, si es que no lo han hecho ya. También ha ocurrido muchas veces al otro lado, como cuando el PP de Aznar pasó del «Pujol, enano, habla en castellano» a hablar catalán en la intimidad. O en los llamados partidos emergentes, cuyos núcleos duros heredan sin apenas contestación las peores prácticas de sus hermanos mayores. Mientras 'El Aparato' anule la libertad de quienes dicen representarnos, todo seguirá igual. ¿Utópico? Seguramente. Parece evidente que, como le recriminaba una periodista al corrupto Manuel (Antonio de la Torre) en 'El Reino', «el poder siempre protege al poder».