Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, se ha convertido en la estrella parpadeante de la política española. Irrumpió poco menos que de la nada, como candidata sorpresa del PP al cargo, compartió una breve etapa el puesto con Ciudadanos y barrio en ... las votaciones extraordinarias que convocó cuando comprendió que una coalición no era su modelo ideal de Gobierno. Desde entonces ejerce el mando bajo la impresión de que Madrid no es España, es España la que es Madrid. Algunas actitudes recuerdan las de los independentistas catalanes que se consideran en posesión de la verdad absoluta sobre la supremacía de su tierra. Nadie sospechaba ante su currículum político modesto y su actitud de mosquita muerta que en cuestión de meses batiría récords de popularidad.

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Su éxito lo debe en buena parte a su actitud implacable contra el presidente Pedro Sánchez. Además de atacarle las veinticuatro horas, durante la pandemia se declaró en rebeldía contra las decisiones oficiales y la protección contra los contagios. Entonces muchos le agradecían que permitiese la actividad de bares y restaurantes, limitada en el resto del país. Uno recuerda su animadversión contra Sánchez y muestra su sorpresa porque no le esté agradecida: la creencia es que su aplastante victoria en las urnas fue el resultado de la suma de sus propios votos y los que se volvieron contra el presidente.

Mientras algunos valoran su sorprendente capacidad política, otros consideran que se lo ha creído, que va muy deprisa y que está haciéndose con enemigos gratuitos incluso dentro de su partido, al que está desestabilizando y donde no salen de su asombro ante la osadía con que actúa y genera divisiones inquietantes.

Ella va por libre. Todo es Madrid y Madrid es ella. Aunque a veces da la impresión de que Madrid le está empezando a quedar pequeño. Viajó a Washington y Nueva York con parafernalia casi de jefa de un Estado, sin que nadie aclarase cuál era su objetivo y menos cuáles fueron los resultados. En el partido la extrañeza se agravó ante su desinterés por participar en el congreso que se iba a celebrar. Ahora no se conforma con su cargo ejecutivo, aspira también a presidir el PP en Madrid, lo cual no cuenta con el respaldo de los dirigentes nacionales y despierta ampollas en la sede de Génova. Le han advertido por activa y por pasiva que debe retirar su candidatura, pero ella insiste con su actitud que está en su despacho de la Puerta del Sol para dar órdenes, no para acatarlas. La gente empieza a apodarla como la Reina que quiere elevar por fin a Madrid al cielo.

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