Contrariamente a lo que escribí la semana pasada sobre el escaso efecto que la huelga de transportes estaba provocando en el súper donde hago la compra, hoy reconozco que empiezo a notar sus consecuencias. Ya hay estanterías diezmadas y carteles recomendando comprar sólo lo necesario ... en vez de acaparar productos a lo tonto. La cosa, no obstante, no parece todavía muy grave porque sigo sin ver gente por la calle cargada de rollos de papel higiénico que, siendo necesario, puede sustituirse por otros sistemas de limpiarse el trasero. Pero, en fin, los camioneros continúan dando la batalla mientras los agobiados consumidores buscamos leche, arroz y cebollas, entre otras delicatesen.
Publicidad
Es un hecho que el combustible se ha puesto por las nubes, pero no solo a los transportistas sino también a un servidor, al que le entran ganas de llorar cuando descuelga la manguera. La diferencia es que ellos pueden presionar provocando atascos o repercutiendo la subida en los portes, mientras que los demás nos conformamos con pagar lo suyo y lo nuestro. Supongo que el título del presente comentario gustará más bien poco a los huelguistas que ya han puesto contra la pared a una parte del Gobierno, pero tengo la sensación de que una vez más los consumidores-paganinis que somos todos volvemos a ser rehenes. Obligados a pagar el rescate a precio de oro y guardando cola para comprar media docena de huevos.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.