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Venezuela es probablemente el país más rico de Sudamérica y dispone de unas de las mayores reservas mundiales de petróleo. Hugo Chávez lo embarcó en un régimen a su medida, reclamándose heredero del sueño de Simón Bolívar: construir la Gran Colombia, a cuyo empeño contribuyó ... luchando por la independencia de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. La procedencia militar y golpista de Chávez facilitó la conversión de la democracia venezolana en bolivariana y, bajo el ascendente 'chavista' surgió un régimen tutelado militarmente.
Tras su fallecimiento, su heredero, Nicolás Maduro, pasó de conducir un autobús a presidir su país, y los resultados no han sido brillantes: en los cinco últimos años, el PIB se ha reducido a un tercio, el desabastecimiento alimentario y médico ha creado una increíble crisis humanitaria de desplazados venezolanos a Colombia y Brasil, en especial, incluso a España.
El hundimiento venezolano, más allá de toda lógica, se agrava por el deterioro de las instituciones políticas, el encarcelamiento de disidentes y, ante todo, por el goteo de asesinatos y desapariciones de ciudadanos que protestan contra un régimen inepto, corrupto, sectario y… sangriento. Venezuela vive una dictadura militar encubierta. En realidad, tras el intento de Juan Guaidó, jefe del parlamento venezolano, de ser presidente encargado de Venezuela, el efecto conseguido tras los apoyos testimoniales de los USA, la UE y naciones sudamericanas, se ha traducido en un mayor apoyo al régimen bolivariano por parte de Rusia, China e Irán. El interés geoestratégico y económico de Venezuela es enorme, pues se trata de un gigantesco portaviones lleno de petróleo, grandes recursos naturales y anclado en el Caribe. La cúpula militar se siente mucho más respaldada y su dictadura aumenta la asfixia de la democracia.
Venezuela, en otros tiempos, fue tierra de acogida para muchos emigrantes españoles, huidos del franquismo o, simplemente, buscando una vida mejor que no encontraban aquí. Además, los partidos políticos españoles recibieron generosas ayudas económicas, durante la transición, para asentar nuestra democracia, empezando por el PSOE. Por ello, España tiene una deuda importante con ella. Ciertamente, las ayudas españolas han sido testimoniales y dentro de los acuerdos de bloqueo de la UE, pero, como todo, puede empeorar, la oposición ve el deterioro de su papel, tras una desesperada lucha en las calles. La reciente gira de Juan Guaidó ha comprobado el giro sustancial de la posición del presidente Sánchez, que, tras considerarlo presidente encargado lo ha relegado al papel de 'líder de la oposición'. Ante lucha tan desigual, la ética importa y aunque estos cambios de criterio no sorprendan a los españoles tienen precio exterior.
Todo cambió con un abrazo, el 12 de noviembre de 2019, entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, valedor fundamental del régimen chavista. Aquel día, Sánchez renunció al papel de referente histórico del PSOE en la transición y su ascendente en Hispanoamérica, personalizado en Felipe González, y lo cambió por el de Rodríguez Zapatero, cuya indudable proximidad a Unidas Podemos la expresa el exJEMAD Julio Rodríguez como jefe del gabinete de Pablo Iglesias. La 'resurrección' política de Zapatero sorprende. Tras su aciago segundo mandato, dejó a España en una profunda crisis económica, con el conflicto catalán abierto por el Estatuto que él promovió y el Tribunal Constitucional corrigió… En las elecciones siguientes, el PSOE evitó su presencia en la campaña, pero sus servicios al chavismo le han recuperado.
La 'nueva diplomacia' española no es una sorpresa tras algunos incidentes previos. Como el extraño caso en la embajada de Méjico en Bolivia, donde se refugiaron algunos miembros del Gobierno de Evo Morales. Resultó que dos funcionarios de la Embajada de España pretendieron realizar una «visita de cortesía», pero acompañados de varios GEOS armados y enmascarados; tan sorprendente sentido de la cortesía lo impidió el Gobierno Boliviano, como es lógico.
Ese esperpento se diluyó, pero lo superó la presencia en Barajas, durante varias horas, de la vicepresidenta de Maduro, Delcy Rodríguez, que tiene vetada su presencia en la UE como algunos políticos chavistas. El 'marrón' lo asumió el Ministro de Transportes, que se reunió con ella, tal vez para darle conversación a la espera de reanudar su viaje a Doha (Arabia Saudita). Otro viaje sorprendente, pues el amigo chavista en Oriente Medio es Irán, pero sus rivales saudíes controlan el mercado del petróleo y Venezuela debe buscar algún medio para no malvenderlo a China, incluso a Rusia para pagar su ayuda militar.
La nueva ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, afirma que «ha cambiado la situación sobre el terreno» y, hasta ahora, ha sido «protegida» de los incidentes diplomáticos sucedidos en su ámbito, pero parece que no van a faltar emociones en un contexto internacional complejo; con la proyección exterior del conflicto catalán, la UE afrontando el Bréxit, Trump logrando un nuevo mandato tras el caos demócrata y, en especial, con nuevas entregas previsibles por el retorno del amigo bolivariano, Rodríguez Zapatero ya está entregado a ello. Ya se sabe, las dictaduras militares no son tan malas, si son «amiguetes» y te dan trabajo generosamente remunerado.
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