Las noticias más leídas del viernes 7 de febrero en El Norte de Castilla
García-Gallardo, a a derecha, e Igea, de pie a la izquierda. EFE

Refriega y bochinche en las Cortes

EL ESPIGÓN DE RECOLETOS ·

«Ahora se pasean por la tribuna interrumpiendo al rival con insultos, desprecios y escarnios, en un escenario de mezquindad plenaria»

David Felipe Arranz

Valladolid

Viernes, 23 de septiembre 2022, 00:03

Estos días se han regalado unos dicterios sus señorías en Villa del Prado, sede de las cortes de Castilla y León desde 2007, cuando los espectros del castillo de Fuensaldaña echaron de allí a los diputados porque, naturalmente, para fantasmas ya estaban los originales, los ... de la familia Pérez de Vivero, que era fina. Estos de ahora son una imitación un poco exagerada de aquellos mercenarios que iban a servir a un señor, según y depende de la paga.

Publicidad

Es como si, con la llegada de los políticos, la magia de campaneo remoto y vuelo bajo de vencejos se interrumpiese para convertir el lugar en la sede de la golfería política más cara y fina de toda la picaresca vallisoletana. Volvimos años después tras el oportuno desalojo de escaños, y daba gusto no tropezárselos por allí y caminar entre atuendos medievales y maquetas de alcazabas, vetustas armaduras que observan y recuerdos más sabios y profundos que los que las huestes constituyentes dejaron.

Ahora se pasean por la tribuna interrumpiendo al rival con insultos, desprecios y escarnios, en un escenario de mezquindad plenaria; antes vivían a la sombra de los monarcas –los que tenían más suerte–, del infanzón penúltimo y del delfín venido a menos, pero ahora ejercen su politiquería chaqueteril a costa del contribuyente.

García-Gallardo ha tildado de «imbécil» a Igea y Francisco Vázquez ha suspendido la sesión con un elegantísimo «que se jodan», entre la prosa y el verso parlamentario, traspasando el reborde de la educación con la espuma sucia de la ofensa. No es de recibo el vodevil de esta semana por el sueldazo que se aprietan todos ellos; y, si no, llamamos a esta generación de monologuistas malhablados del audiovisual, que cobran muchísimo menos por el bululú.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad