Al Ayuntamiento de Ponferrada, en el corazón de El Bierzo, las ratas llegaron desde las alcantarillas. No fue el único consistorio que vivió algo así. Hubo un tiempo en el que los roedores se comían las alfombras, arañaban las patas de las sillas y las ... mesas, y se colaban en los armarios de decenas y decenas de consistorios por toda la geografía nacional con la misma facilidad que se pasea por el patio de casa.
Las ratas, en algunos casos, fueron invitadas de lujo pese a salir del propio retrete. Algunas se vistieron de traje y corbata, se sentaron en sus sillones y, de tarde en tarde, mordían aquello que salía a su paso produciendo con su dentadura un castañeo que las delataba. Más tarde utilizaban los cuatro dedos de sus patas delanteras para abrir los sobres y con los cinco de las zancas traseras escondían lo que encontraban en su interior, casi siempre papel moneda.
Aquellos roedores tuvieron tanto poder de reproducción que por momentos se apoderaron de una buena parte de las instituciones hasta que el miedo a los grilletes les invitó a tomar de forma apresurada el camino de vuelta. No han desaparecido. Regresaron al retrete, se hundieron en sus aguas, y allí permanecen a la espera, como si el tiempo no hubiera pasado.
En Ponferrada alguna rata despistada, quizá malintencionada, tuvo a bien escribir de puño y letra las tropelías que en el consistorio se cometían. Bueno, una parte de las tropelías, no todas. La capital del Bierzo siempre fue un nido bien acomodado, calentito. Allí hacían de las suyas empresarios, medios de comunicación y políticos bañados en colonia para evitar el hedor que se desprendía. Y no hace tanto tiempo de todo aquello.
Algunas de aquellas pifias quedaron plasmadas en el ahora denominado 'cuaderno azul', una hoja de apuntes de lo más clarividente que deja a las claras quién, cómo y cuándo se cometían algunos atropellos, entre ellos colocar con sueldo oficial y de por vida a amigos, amiguetes, babosos, amigas y babosas. Toda una fauna.
En el contenido del cuaderno se recogen notas que evidenciaban cómo se llegaba a la administración local y con qué alto grado de méritos. Y todo con la 'r' de recomendado: «'el recomendado del presidente de la Diputación', 'mi prima', 'el hermano', 'la hermana', 'concejales del Partido Popular', 'recomendados de personalidades conocidas de la ciudad'.
«Del contenido de ese cuaderno parece derivarse una presunción de que se anotaban datos de personas para que pudieran entrar a trabajar en el Ayuntamiento o, a lo mejor, en alguna empresa concesionaria del Ayuntamiento», ha apuntado el actual alcalde de Ponferrada, el socialista Olgeario Ramón.
Es cierto el cuaderno dice tanto como lo que apunta, o lo que no llega a decir. Evidencia el compadreo que se adueñó de las instituciones, la podredumbre de quienes las gobernaron y el descaro de aquellos que hicieron del carné de un partido político una tarjeta 'vip' con el 'gratis total' por bandera.
El cuaderno, que pudo ser dejado de forma estratégica por algún edil popular resentido con su propio partido, según la sospecha del actual equipo de gobierno, deja en el aire una duda razonable: qué había escrito en las cincuenta páginas que le fueron arrancadas. Quizá la agencia de colocación familiar que se aprecia en el mismo solo era la punta del iceberg.
Bendito cuaderno azul, bendito por aquello que evidencia: que las ratas, con traje y corbata, siguen siendo ratas; y siempre pueden volver.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.