Rebajas con caducidad

Pero ya no hace falta ser padre o madre en el sentido biológico para darse a la competitividad, sino que sirve con ser padre de la patria o madre de la matria, que tanto monta. Si uno ofrece rebajar un impuesto, pues otro también y con un abanico más amplio de contribuyentes, esos seres que somos su querida prole a quienes miman al menos una vez cada cuatro años. Y si aquel promete que los ricos paguen más, pues el otro idea que suelten los euros dos veces por su patrimonio, que así somos los más punteros de Europa, donde eso ni existe ni se les ocurre a los muy insolidarios.

Así, en estos meses hasta las elecciones autonómicas de mayo, con la rebaja fiscal nos dará a todos para comer hamburguesas dobles con queso, pizzas sin la puñetera piña y kebab con todas las salsas que permita el pan de pita; además las tecnologías, lo mejor de lo mejor para impactar con asteroides si es necesario, y todos a Disney, pero al de Orlando, que en el de París hace frío.

Y ya en junio, pasados los comicios, a pagar eso del IRPF, que las rebajas tienen caducidad, porque tus políticos padres se han reconciliado y se acabaron los caprichos y las hamburguesas gourmet, qué te habrás creído, chaval.