Real Sánchez

Hoy también existe esa gente al borde del abismo que nunca cae. Una 'baraka' desbocada que abrazan Pedro Sánchez y el Real Madrid, que se han convertido en uno para ser Real Sánchez o Pedro Madrid. Porque convendrán conmigo que todo les favorece y que en un ataque de Putin a Madrid, los misiles pasarían de largo de la Moncloa y del Bernabéu para impactar donde no estamos tocados por la gracia divina. A Sánchez le ocurre que esquiva las balas políticas de manera inexplicable y si va a perder una votación de la reforma laboral, allí está un tipo de Trujillo –si Pizarro levantara la cabeza renunciaba a todo el oro del Perú por darle un mandoble– que como la cerdita Peggy se equivoca de botón y obstáculo salvado. Osi no, los espías, Bildu o la corte celestial. Y al Madrid le sucede parecido, que si un portero se resbala, un oportuno penalti o esos últimos minutos de carambolas.

A ambos se les aparecen de continuo las cien vírgenes del paraíso musulmán, como a Franco, aunque este creo que las desaprovechó porque prefería dormir con el brazo incorrupto de Santa Teresa, como la Providencia manda.