Al principio de la época dorada de la gente nórdica, muchos vikingos zarparon al oeste, saliendo de los fiordos noruegos en sus barcos, en rumbo a Gran Bretaña, Islandia, Groenlandia, y América del Norte. Pero los guerreros de una tribu, los rus, fueron en dirección ... contraria, al este, cruzando el Báltico y luego navegando los grandes ríos hasta llegar al Mar Negro. Entre los siglos 8 y 11, esta gente bélica fundaba dos principados, Kiev y Moscovia. Hoy día, sus descendientes son los pueblos de Rusia, Bielorrusia y Ucrania. Estas naciones llevan más tiempo juntas que Castilla y Aragón, tanto que parecerían inseparables, y no solo a Vladimir Putin.

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En febrero de 1990, tres meses después de la caída del muro de Berlín, el megalómano del Kremlin era un joven agente de la KGB en Alemania Oriental, la RDA. Al mismo tiempo, en Moscú, el secretario de Estado de los EE UU, James Baker, estaba negociando con Mijaíl Gorbachov la unificación de las dos Alemanias. Efectivamente, la incorporación de la RDA en el Oeste significaba que iba a formar parte de la OTAN, y los soldados de la alianza occidental quedarían en bases aún más cerca de la capital soviética. El líder ruso preguntó al americano si Washington tenía planes de avanzar más al este después de la unificación. Ni un centímetro más, contestó. Esa promesa nunca fue incluida en el tratado que las dos potencias firmaron, pero, según Gorbachov, era parte del espíritu del acuerdo.

Desde el punto de vista de los rusos, nada más la tinta se hubo secado en el papel, los americanos se embarcaron en sus aventuras militares de siempre, yendo a la guerra en Kuwait, mandando una división acorazada a la ex Yugoslavia, fuerzas especiales a Somalia… Más tarde, invadieron Afganistán e Irak y, peor de todo, convencieron a unos nuevos países europeos, todos ex miembros de Pacto de Varsovia o repúblicas soviéticas, como Hungría o Estonia, a convertirse en miembros de la OTAN.

Desde 2008, también Washington está animando a Ucrania a unirse a la organización del Atlántico del Norte, cosa que, para la Federación Rusa, ha sido el colmo. Ya sabemos todos como es el déspota, Vlad 'el invasor', pero el Oeste ignora el hecho que, incluso si Rusia fuese una democracia, sin corrupción y con un líder honesto, haría lo mismo a Ucrania que está haciendo Putin. Tener soldados de la OTAN en las riberas del rio Dniéper provoca tanto disgusto en Moscú como tener misiles rusos en Cuba provocaría en América.

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