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Ya sé, ya sé que no es lo mismo, pero me acordé, cuando vi a nuestros políticos en la 'fiestuqui' del Casino de Madrid, de aquello de María Antonieta al enterarse de que los campesinos morían de hambre por no tenían pan: Qu'ils ... mangent de la brioche. Pues que coman pasteles. La frase posiblemente sea falsa, pero da lo mismo, ha llovido tanto desde que se dio por verdadera...
Me imagino a la gente guapa que se juntó en el Casino, con un cóctel en los labios de esos tan chics que preparan en los sitios elegantes, diciendo, refiriéndose a los pobres desgraciados que vivimos en cuarentena: Qu'ils mangent de la brioche. Ministros, alcaldes, presidentes, periodistas, empresarios, fiscales... Vinieron todos, diría Sabina, menos tú. Estado de alarma, pero allá que se van, con sus más vistosas galas y su mejor sonrisa.
El Casino de Madrid –no dejen de visitarlo si alguna vez pasan por allí– como una elitista Arca de Noé que nos saque de estos tiempos oscuros, una nave con acceso solo a los privilegiados. Quizás me inspire el resentimiento: han sido tantos los entierros a los que no he podido ir, amigos que no he podido despedir, gentes que me esperaron en vano... Llevo tres meses sin ver a mi madre.
Es increíble la falta de empatía de esta gente. Yo no sé qué tiene la política que, a la mayoría de ellos, convierte en extraños, los aleja de la gente. Nos vamos a la mierda, sanitaria, económica, social y anímicamente, pero ellos acuden a una fiesta de Versalles donde se cree que el pan fácilmente es sustituido por el brioche.
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