'El Quijote'... de Almanza

Javier Santiago Vélez, senador leonés y alcalde de la localidad de Almanza, aplicó la lógica a su comportamiento político: carece de sentido personal y social cobrar del Estado por un trabajo no realizado y conviene, máxime en el momento actual, aplicar la retribución de este modo obtenida a un fin que beneficie a todos.

Sin embargo, ese comportamiento a imitar, tuvo en sus propios compañeros de filas un serio reproche interno. Tanto que Génova no tardó en llamarle a 'filas' mientras sus compañeros y representantes públicos le cuestionaban con un argumento de segunda fila: «Los políticos no estamos para hacer donaciones».

Conviene recordar aquí dos cuestiones que no resultan menores. La primera, que la cantidad donada se correspondía con una retribución percibida por unas dietas y desplazamientos a Madrid que nunca se realizaron y, una segunda, que el beneficiario de las mismas 'simplemente' es un representante y servidor público, aspecto que le obliga a mantener un canon de ejemplaridad hoy abiertamente cuestionado en la clase política.

Podrá recriminarse que nunca debió actuar como un 'verso suelto' dentro de las filas populares, pero jamás la ejemplaridad de su actuación, el decoro en la misma y la oportunidad.

Como suele ser habitual ese 'paso al frente' de Santiago Vélez provocó en sus compañeros de partido una torpe ira contenida visible en comentarios tan desafortunados como el esgrimido por otro militante popular: «Lo que este quiere es ser el Amancio Ortega de la política».

Una mirada tan corta sirvió para que finalmente fuera el PSOE quien tomara ejemplo del senador popular leonés, para que más tarde se uniera la UPL a la propuesta en el nivel autonómico y finalmente Ciudadanos con Vox a regañadientes. En último término, tarde y a destiempo, se unieron los cargos públicos del PP, tan hábiles e ingeniosos para criticar a su ejemplar compañero, tan torpes para reconocer si acierto y tomar decisiones en una décima de segundo.

Hoy Javier Santiago Vélez es un ejemplo a seguir en la sociedad y un 'traidor' para sus compañeros de filas, que piden su cabeza por cumplir con las obligaciones asumidas al aceptar el sillón en la Cámara Alta.

Todo lo ocurrido evidencia que la distancia entre la política y la calle sigue siendo tanta que, como en el Quijote, un hombre ejemplar es tomado por loco. Quizá porque, como en la literatura, él ve una realidad imposible de alcanzar para quienes viven en la ilógica de la política.

La misma ilógica política que ha servido para que tras el terremoto generado por el inocente gesto desde León, solo uno de los grandes partidos no se haya pronunciado al respecto.

Mientras el resto de formaciones se han unido (algunos con seria desgana) a la 'sinrazón' (ironía) de donar aquello que se cobra por no trabajar en Podemos (un partido 'de la calle' según sus propios responsables) guarda silencio y espera.

Cada cargo público percibió cerca de 2.000 euros por dietas en el último mes, dietas aplicadas a quienes –salvo contadas excepciones– nunca se desplazaron a Madrid y generaron los gastos que sobre el papel las justifican. Sin duda, un gran ejemplo a la sociedad.