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La gran mayoría de los ciudadanos de Europa son partidarios del diálogo, la diplomacia y las instituciones multilaterales como los mejores instrumentos para gestionar los problemas del mundo. Pero poco se puede conseguir sin poder, como ha afirmado Josep Borrell al poner en marcha la ... elaboración de una 'Brújula estratégica' para la UE. El Alto Representante afirma que Europa está en peligro y que la inacción y la pasividad de la UE en seguridad y defensa tienen un coste inasumible. El entorno global se ha complicado mucho y los valores occidentales ya no son aceptados como universales. Han aparecido alternativas claras a la combinación de democracia y libre mercado con la que Occidente señalaba la vía de progreso universal.
El problema es que la integración europea se ha hecho de espaldas a la seguridad durante mucho tiempo. No hay más remedio que convertir a la Unión en una organización distinta, entre otras cosas para fortalecer y dar credibilidad a la relación transatlántica. Con unos Estados Unidos menos dispuestos a pagar la factura de la seguridad global, los europeos debemos tomar el destino en nuestras manos, en feliz expresión de Angela Merkel. Las instituciones de Bruselas se han volcado en el comercio exterior o la cooperación al desarrollo, ámbitos en los que han defendido sus intereses y proyectado sus valores como nadie.
La pandemia ha dado lugar a un debate urgente sobre cómo conseguir autonomía estratégica desde la UE, de tal manera que rebajemos nuestra dependencia en áreas como el material sanitario o los microprocesadores, que permiten fabricar cualquier objeto interconectado. Pero sin una seguridad y defensa con medios reales y eficacia operativa (y la voluntad política de desarrollarla), no hay autonomía posible, solo debilidad y más dependencia de otros países. Debemos elegir entre aceptar un «encogimiento estratégico» o dar los pasos necesarios para lo que Borrell llama «aprender el lenguaje del poder». La opinión pública europea está dividida en tres grupos al respecto. El más numeroso es el de pacifistas, personas que no aceptan esta lógica realista y en el fondo no entienden el mundo como un lugar peligroso.
En Alemania esta manera de pensar es dominante. El segundo grupo propone a toda costa la alianza con EE UU. Tras la salida del Reino Unido de la UE y el mandato furibundo de Donald Trump, este atlantismo ha mermado bastante. La tercera categoría son los que aspiran a una defensa europea autónoma de Washington, típicamente con Francia a la cabeza. No será nada sencillo lograr un consenso que permita avanzar a la UE en la definición de su brújula estratégica.
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