Qatar o no Qatar, esa es la cuestión

En España nadie pone el grito en el cielo de que Irán haya colgado de una grúa como una longaniza a la intemperie a un manifestante de veintitrés años: son cosas que pasan, Mariloli. Lo de la doble moral de Qatar va en esa línea, en la que separa para el moralista y chispero moderno la corrupción auténtica de la sedición o la malversación, según ellos, claro.

Todos han celebrado el Mundial de fútbol de Qatar que ha montado el emir Al Thani, autócrata de uno de los regímenes dictatoriales más ostentosos que existen, financiador del grupo terrorista ISIS/DAES desde hace una década según la ONU, la OTAN y la CIA; una monarquía autoritaria que viola sistemáticamente todos los derechos fundamentales, en especial de las mujeres, gays, lesbianas, bisexuales, etc. Que mantiene la pena de muerte y sin garantías procesales. Que tolera la esclavitud racista y encubierta en Doha y otras zonas industriales…

El pasado 10 de mayo, a propuesta del ministro de Exteriores José Manuel Albares y el visto bueno de Sánchez, se le concedió al emir qatarí, creador de Qatar Investment Authority –traduzcan esta empresa a inversiones y penetración en Europa y Estados Unidos–, el Collar de la Orden de Isabel la Católica. Porque Qatar o no Qatar, esa es la cuestión.