Edificios devastados por las bombas en la ciudad ucraniana de Bucha. Sara Gómez Armas / EFE

Putin: banquillo o cementerio

La ventana indiscreta ·

«Posiblemente él no lo vea, pero los platos rotos los tendrá que reponer Rusia, un país supuestamente desinformado, que va a quedar arruinado y aislado. Se lo merece»

Domingo, 10 de abril 2022, 00:18

Julio César, pelo y pluma, «mujer de todos los maridos y marido de todas las mujeres», conocía las andanzas de Pompeya Sila, su mujer, entusiasta y animadora principal de las saturnales, una orgía sexual en la que, por un día, se admitía el desahogo a ... las damas romanas de la aristocracia. Pompeya había participado en esas fiestas en muchas ocasiones, pero su esposo buscaba una justificación para repudiarla y pidió a unos testigos que relataran el desenfreno de la dama. Y entonces soltó aquello de «la mujer del César no solo debe ser honrada, sino también parecerlo». Del César no dijo nada.

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Europa, la OTAN, EE UU… vienen a ser Julio César y Putin, Pompeya Sila, entusiasta de «saturnales» bélicas que nadie ignoraba. Se conocían sus desfasadas ansias imperialistas, pero lo dejaban hacer porque era más cómodo mirar hacia otro lado que cortar sus correrías. Y, como Julio César de su mujer, se sabía que el sátrapa ruso se montaba sus juergas expansionistas cada vez que tenía un problema o se acercaban las elecciones, pero se le dejó hacer.

Ahora Bielorrusia, ahora Chechenia, Crimea, Georgia… Al invadir Ucrania la zarpa del oso alertó a Polonia, Suecia y Finlandia, posibles objetivos del insaciable y eso ponía en peligro la seguridad de toda Europa, cuestionando la eficacia de la OTAN. No quisieron poner freno al magnicida hasta que le olieron el aliento. Putin es ahora un peligro para la paz del mundo porque, además de osadía y ambición, tiene armas nucleares. Antes, ¿no? ¿Quién recogió los 100.000 muertos que dejó esparcidos por Chechenia?

Creo que Putin acabará mal, porque si los propios no le quitan de en medio, como pasó con Julio César, convertirse en la reencarnación de otros sátrapas, como Pol Pot, Hitler, Stalin, Videla, Cheauchescu…, no creo que le depare una jubilación placentera, para dedicarse a la pesca deportiva o a contar estrellas en las noches de Moscú. Si logra sobrevivir a sus desvaríos, aunque sea un desalmado, los miles de muertos que ha causado se pasearán por sus sueños y los llenarán de pesadillas. Además, corre el riesgo de ser el genocida más gilipollas de la historia, porque ni los analistas militares más expertos entienden lo que está haciendo en Ucrania, metiéndose en un patatal que ya contabiliza más de 20.000 soldados rusos muertos.

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Amén de demostrar desorganización en su ejército, incapacidad para rematar su ofensiva, improvisación en su estrategia y una crueldad de la que Rusia acabará respondiendo. Creo que su próximo destino será el banquillo, para ser juzgado como criminal de guerra. O el cementerio. Y posiblemente él no lo vea, pero los platos rotos los tendrá que reponer Rusia, un país supuestamente desinformado, que va a quedar arruinado y aislado. Se lo merece.

¿No esperaba el nuevo genocida la respuesta de los ucranianos, la ayuda de la OTAN y de EE UU o el cálculo económico de China? Y dice que lo peor está por llegar, pero ¿hasta dónde está dispuesto a llegar? Si lo que quiere es poner freno a la OTAN, algo que hasta podría justificarse, no se entiende la masacre de civiles y el ensañamiento. ¿Invadir un país soberano, destrozarlo, llenar sus calles de cadáveres, llegar casi hasta Polonia para retroceder y asentarse en dos provincias prorrusas? Que el llanto de los niños asesinados permanezca en sus oídos para siempre.

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