Vox ha firmado el primer pacto con Ayuso, la presidenta popular de la Comunidad de Madrid, y ha sido para sacar adelante los Presupuestos autonómicos de año que viene. Y aunque no se ha producido una desfiguración de las cuentas públicas, sí se han ... introducido elementos voluntaria y expresamente ideológicos, algunos tolerables y otros no.
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Entre los primeros, hay subvenciones para financiar la educación en tramos no obligatorios, también a adolecentes embarazadas para que no hayan de abortar y para cuidados paliativos con el fin de evitar la eutanasia. Nada que objetar.
Entre los inaceptables, la formación de Abascal consigue 50.000 euros para una auditoría sobre la atención a los menores extranjeros no acompañados que llegan a la región y 200.000 para fiscalizar todas las subvenciones, lo que abre la puerta a eliminar ciertas ayudas concretas en el futuro.
Y ha presentado una ley de igualdad en la que no aparece ni una sola vez la palabra «mujer» y sobre la que ha conseguido el compromiso de buscar «la igualdad en el fomento del empleo», insinuando una discriminación al hombre en favor de la mujer y el fin de la discriminación positiva.
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La influencia de Vox en estos Presupuestos es irrelevante -afecta a unos 100 millones de un total de 23.000-, pero es inquietante que un partido de los vertebrales del sistema haya tenido el gesto de colmar exigencias no democráticas de una formación ultra. Ni en Francia ni en Alemania se entendería tal dejación. Aquí, muchos tampoco somos capaces de entenderla.
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