La puerta de los 18 años
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Les regalaré una piedra a mis hijas mellizas que cumplen 18 años, porque ya pueden romper cristales que los pagan ellasEs muy cervantino, como muchas frases e ideas que utilizamos, que donde una puerta se cierra, otra se abre. Aplíquese a cualquier orden y verá como sucede y cuadra. Pero como en todo, hay versos sueltos, puertas que se cierran y no encontramos las ... que se abran para franquear su umbral.
Ocurre con la demografía o si quieren con el reto demográfico, cursi nombre al que Cervantes no hubiera abierto ni una rendija en sus miles de puertas del Quijote. En este asunto se cierra la puerta de una vida y no se abre otra con un nacimiento que la reponga, al menos al mismo ritmo; el tanatorio se ocupa y la maternidad cuenta con tan pocas usuarias que cumple con creces la distancia social en tiempos del virus.
Bajan los natalicios, los matrimonios y las ganas de una cosa y de otra, de una puerta y de otra. Que no está el horno para bollos. No es como aquel tiempo pasado, a principios de siglo, cuando uno tuvo la feliz ocurrencia de ser padre de nuevo y vinieron repetidas; en el año 2 para que fueran 2, Candelita y Oti.
Han transcurrido 18 años y hoy cruzan la puerta de la mayoría de edad. Les regalaré una piedra a cada una, porque ya pueden romper cristales que los pagan ellas, que decía mi padre. Y un libro, imaginativo pero no infantil, que tienen que crecer para cuidar a su padre que cada vez está para pocos retos. Y menos demográficos.
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