Óscar Puente sí le está dando una lección a su colega al presidente del Gobierno en funciones, ahí sí que lo hizo bien tras el 26-M, pero me pregunto si piensa en Sánchez cuando afirma sobre el liderazgo del PSOE en Valladolid que ejercer y asumir responsabilidades es un plus electoral
Nos están puenteando. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen. La clase política hoy no tiene autoridad moral para volver a convocarnos en ... noviembre. Ya nos pronunciamos hace cinco meses. Este espacio temporal es prácticamente medio año, el tiempo que se tarda en desahuciar a una familia, el tiempo de espera para hacerse una ecografía o para ser operado, el tiempo que tarda Hacienda en devolver el IVA a las empresas o en devolver lo que cogió del bolsillo del contribuyente. No nos dan cinco meses de prueba cuando estrenamos empleo y, sin embargo, con la primera nómina ya tenemos contraída la obligación de aportar al Estado, a nuestra clase política. Y de hecho, antes del 10-N seguirán recibiendo sus emolumentos en interinidad y con un bloqueo institucional más que evidente. Los partidos recibirán cuantiosas partidas para afrontar una campaña que ya no necesitamos, pero que ellos seguirán rentabilizando con subvenciones, casi 70 millones de euros nos costará esta cita. Por eso doy la bienvenida al movimiento de quienes están actuando para darse de baja y no recibir propaganda electoral. La vía es sencilla a través del INE, y el plazo límite, hasta el 6 de octubre.
Pero, ¿de quién o de quiénes es la responsabilidad última de estos cinco meses de vacío, de interinidad, de vergüenza ajena? PSOE, PP, Cs y Podemos se han convertido en corresponsables necesarios de este decepcionante escenario en el que nadie asume la deuda contraída. Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias han demostrado una capacidad nula para hacer aquello a lo que los ciudadanos les habían conminado el 28-A: formar un gobierno estable y digno. Las horas posteriores a la confirmación de que el 10-N habrá nuevas elecciones se han convertido en el anticipo de lo que nos esperará los próximos 50 días. La precampaña y la campaña serán una especie de cuadrilátero donde todos tratarán de expiar sus pecados. De los siete pecados capitales detecto mucha soberbia, mucha avaricia, mucha ira y mucha pereza. Porque los soberbios, aunque se sienten a escuchar, no aceptan lecciones de nadie. Si Pedro Sánchez no sabe pactar, no debería gobernar, y si no que se lo pregunten a su portavoz, el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, que lleva una semana gloriosa repartiendo al centro derecha y a la izquierda más izquierda. Primero empezó con Podemos y en las últimas horas ha acabado con Ciudadanos. A ambos líderes los ha tachado de farsantes por dialogar en la cafetería del Congreso de los Diputados. No queremos esto, no queremos que nos puenteen, no queremos asistir a disputas más propias de patio de colegio que de unos políticos a los que les hemos pedido que se sienten, que dialoguen, que se escuchen y que pacten. Ahí Óscar Puente sí le está dando una lección a su colega al presidente del Gobierno en funciones, ahí sí que lo hizo bien tras el 26-M, pero me pregunto si piensa en Sánchez cuando afirma sobre el liderazgo del PSOE en Valladolid que ejercer y asumir responsabilidades es un plus electoral: «No creo que los ciudadanos valoren que alguien se aferre al cargo y que eso sea un activo electoral», ha dicho la voz de la ejecutiva del PSOE. Lo de puentear parece que está de moda.
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