Consulta la portada del periódico en papel
Gabriel Villamil

¿Qué puedo hacer yo por la seminci?

«Nada es normal. Y la Seminci de este año tampoco puede serlo. Si esta ciudad, aún remisa a acudir a los cines comerciales, ama la Semana, que saque entradas»

maría eugenia marcos

Jueves, 1 de octubre 2020, 07:39

Nada es normal, aunque inventemos nombres tranquilizantes para definir este presente. La gente oculta media cara, hace una estirada cola ante tiendas con un solo cliente, el vecino ha tenido que cambiar la partida en el bar por un paseo. Miras por la venta y ... los transeúntes van embozados. Si desconocieras la razón, podrías pensar que un publicista potentado ha ideado transformar Valladolid en un gigantesco plató como reclamo de la enésima película sobre la humanidad acorralada por un enemigo implacable.

Publicidad

No, nada es normal. Y la Seminci de este año tampoco puede serlo. Si esta ciudad, aún remisa a acudir a los cines comerciales, ama la Semana, que saque entradas. Es cierto, el enemigo que nos amenaza y nos tapa la boca no es ninguna broma. Existe y, también enmascarado, está al acecho. Libres de la mordaza quedan ojos y oídos. Lo esencial para la función de espectador. La frase que pronunció Kennedy el día de su investidura es recurrente, pero encaja en el momento. «No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país». Por tu país y por tu Seminci, tú puedes hacer mucho con poco, barato y, además, pacífico: ponte una mascarilla en perfecto estado de revista, guarda con tus colegas la distancia recomendada y respeta lo que indique la dirección del certamen.

Seguro que será un engorro. No hay la menor duda. Las discusiones, los cambios de impresiones, lo interesante o lo aburrido que se vio pueden expresarse a dos metros, solo que habrá que ir a la caza de los sitios adecuados para ello. De la ciudad hay que esperar que esté preparada para recibir de manera segura a esos 'semanistas' que no renunciarán a los encuentros donde intercambiar ideas, ejercicio fundamental que hay que preservar. De la dirección de la 65 Semana Internacional de Cine de Valladolid se espera claridad de ideas, medios para ponerlas en práctica y autoridad para que se cumplan. Que no digan que como esta nunca han tenido otra. Hay experiencias ajenas con resultados buenos y malos de las que aprender. Sabemos que unos fueron un éxito porque el virus no fue noticia, no se encaramó al espacio que corresponde al espectáculo. De las malas conocemos nombre y apellido. El Teatro Real arruinó el inicio de la temporada de ópera porque, según lo espectadores que lo boicotearon, no corría el suficiente aire entre las butacas. Certamen, espectadores, ciudad, todos tenemos algo que cumplir y cumplirlo bien. Sería deseable la implicación general para que solo el cine centre la atención. Si se logra, un aire fresco aligerará la pesada atmósfera al prevalecer la normalidad.

Normal será que tirios y troyanos alcen voces irreconciliables ante la calidad de las películas. Es lo esperado. Difícil les será disentir sobre las espigas de honor de esta edición. Dos mujeres de distinta generación, singulares y potentes se las han ganado a pulso con solvencia. Por sus premios las reconoceréis, pues en las casas de Isabel Coixet y de Charo López hay, entre otros, goyas y medallas de oro que premian su arte.

Publicidad

De Charo López dice la página de la Seminci que «debutó en el cine a finales de los 60 de la mano de dos jóvenes directores que también iniciaban sus carreras: Antonio Giménez Rico ('El hueso', 1967) y Gonzalo Suárez ( 'Ditirambo', 1969)». El peso de estos títulos en su carrera lo corrobora la presencia de su nombre entre el de los protagonistas, incluso 'El hueso' le valió el premio del Círculo de Escritores Cinematográficos, lo que permite suponer que fue el primero de una larga lista. Puntualizado el tema, quiero retrotraerme a 1965, a su Salamanca natal, donde un también joven Basilio Martín Patino prácticamente inicia su camino cinematográfico con 'Nueve cartas a Berta', donde una veinteañera Charo López aparece como secundaria. Su belleza la recordará toda su vida Emilio Salcedo, querido redactor jefe de esta casa, entonces periodista en Salamanca y actor de un único y corto papel junto a la hermosa muchacha. Cada nueva película, cada nueva obra de teatro de Charo López, cuando su nombre aparecía unido a un galardón, Salcedo volvía a ese 1965, a 'Nueve cartas a Berta' y a aquella muchacha «bellísima» para añadir otra admiración: «ha logrado ser una magnífica actriz. De las mejores».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad