Banco de España. Óscar Chamorro

Un próximo año complicado

La carta del director ·

«Hasta que no escampe, hay que tener mucho cuidado con frivolidades en una legislación laboral que abunde en mayores rigideces...»

Ángel Ortiz

Valladolid

Domingo, 7 de noviembre 2021, 08:30

El colapso logístico, energético y de materias primas y suministros que vive el mundo en este momento va engordando poco a poco una especie de tormenta perfecta que acabará descargando con toda su fuerza en el rompeolas del 2022.

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El próximo año, aseguran quienes trabajan ... a pie de obra en factorías industriales, oficinas bancarias y pasillos de supermercados, será muy exigente en términos económicos porque el alza de precios y las roturas de la oferta alcanzarán a prácticamente todos los sectores. Eso, en un contexto financiero ya extraordinariamente tensionado por la deuda pública, implicará una digestión lenta y complicada.

El jueves pasado conocíamos las previsiones del Banco de España, desde donde ya se considera que, si los problemas de abastecimiento observados recientemente acaban lastrando la actividad económica mundial, «ello afectaría también de forma más duradera a algunas ramas industriales en nuestro país». Según los análisis de este organismo, esa mayor persistencia podría contagiar las subidas de costes a los precios finales y las demandas salariales, algo que repuntaría la inflación de una manera más intensa y prolongada que la anticipada hasta el momento. Es decir, que los efectos de la pandemia y el distinto ritmo con que se va superando en las diferentes zonas del planeta –porque, entre otras cosas, los porcentajes de población vacunada no son homogéneos– están situándonos frente a un horizonte que, lejos de aclararse, parece que se irá ensombreciendo. Al menos hasta la mitad de año. Eso se traducirá en paro, crisis, cierres, incertidumbre, apreturas fiscales...

Un importante empresario de Valladolid, veterano, curtido en mil batallas, me explicaba el desafío con una tesis sencilla: casi todos los sectores productivos se han visto obligados desde hace tiempo a aplicar una estrategia de márgenes de beneficio muy estrechos, por lo que todas las empresas no estarán en condiciones de soportar un fallo multiorgánico de esta envergadura. Para algunas, las que hayan perdido el colchón de sus reservas, será la puntilla. Esto no es inocuo en nuestro entorno socioeconómico. La industria en Castilla y León ocupa al 16% de los empleados, con casi 150.000 asalariados, lo que multiplica por más de dos el sector ganadero y casi por tres el de la construcción. Más importante es su peso relativo en el Producto Interior Bruto: en 2019 su cifra de negocio rozó los 40.000 millones de euros, muy condicionada en Valladolid, Burgos y Palencia por las factorías relacionadas directa e indirectamente con el sector automovilístico.

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Como venimos contando las últimas semanas y se encargaba de recordar José Vicente de los Mozos, presidente de Renault, el pasado viernes, la escasez de semiconductores proseguirá en 2022. Así que, dijo, habrá que «buscar elementos de flexibilidad» laboral mientras no concluya el problema. Más optimistas son en el comercio y el sector agrario, especialmente porque la campaña navideña será muy buena. Existe ahorro acumulado y ganas en el consumidor de celebrar de alguna manera que se está superando la pandemia. Los temores llegan para después.

La cuesta de enero, la incertidumbre respecto de cuándo, si en primavera, en verano o más adelante, podremos decir que hemos retomado la senda de una nueva normalidad. No cabe temer un paisaje de estanterías vacías, quizás sí de precios desorbitados, pero las distribuidoras tienen claro que «la situación no podrá permanecer indefinidamente así y que, si no hay una corrección próxima en los costes, estos terminarán trasladándose en mayor o menor medida a los consumidores». Amodo de corolario: en esta coyuntura, y hasta que no escampe, hay que tener mucho cuidado con frivolidades en una legislación laboral que abunde en mayores rigideces... No podemos perder más tejido productivo.

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