Teatro del absurdo político. Tragicomedia en tres actos y dos ruedas de prensa. (De fondo, ruido, mucho ruido).

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Escena uno. La Junta de Castilla y León anuncia un protocolo que no existe y que se va a poner en marcha obligatoriamente para los médicos ... y voluntariamente para las pacientes hasta que se determina que, de haber existido, ese protocolo sería voluntario 'full equip'. Vamos, para médicos, pacientes y hasta para los políticos que lo habían consensuado, pero con un consenso solo en plan informal, una charleta entre un consejero de Sanidad de un partido, el PP, y un vicepresidente –no consejero– de otro partido, Vox, sin competencias en asuntos sanitarios. La típica charleta informal, vaya, que se cuela como anuncio formal en una rueda de prensa después de un Consejo de Gobierno, cuando comparecen el vicepresidente sin competencias en embarazos de ese Gobierno y el portavoz –y ejecutor de circunloquios y acrobacias dialécticas– del mismo Gobierno. (Aumenta el ruido).

Escena dos. El protocolo de Schrödinger, que existe y no existe al mismo tiempo hasta que la embarazada llega al ginecólogo, o puede que ni entonces, es culpa de los periodistas, del Gobierno de España, de la política cuántica y del chachachá, que altera la sangre cuando ve llegar en lontananza la primavera electoral. (¡Más ruido!)

Escena tres. Hamlet, que sostiene una ecografía 4D de centro privado, declama: «Ser y no ser, a la vez, simultáneamente, paradójicamente, schrödingergatunamente, protocolo. Esa es la cuestión». (Se aprieta las sienes y frunce el ceño, dolorido).

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(Cae el telón. El ruido cesa. Ya no hay ruido, pero tampoco nueces). Ionesco y Beckett aplauden extasiados. «¡Berlanguiano! ¡Berlanguiano!», gritan. Berlanga, serio, asiente.

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