Más proteína vegetal

Según las previsiones del Informe de Perspectivas Agrarias para el periodo 2019-2030 publicado por la Comisión Europea, va a aumentar el consumo global de alimentos per cápita. Esto va a favorecer el mercado alimentario de la Unión Europea (UE), que podrá fortalecer sus exportaciones.

Estas previsiones también apuntan, al igual que ha sucedido hasta la fecha en España, a una reducción de la superficie agrícola en la UE, previendo que se sitúe en alrededor de 178 millones de hectáreas en 2030. Sin embargo, la evolución va a ser desigual. La siembra de cultivos proteicos, se estima que aumente en un 46%. De la misma manera pero en menor medida, la superficie de forraje aumentará en un 2%. Esta dualidad en la base alimentaria de la ganadería implica que, si bien van a crecer la producciones ganaderas, no lo van a hacer tanto como podría indicar el intenso repunte del cultivo de proteaginosas. La explicación está en el cambio de tendencia en el consumo de proteína en la dieta del ciudadano europeo, que se a mover de proteína animal a proteína vegetal.

Este escenario plantea un aumento de la soja para consumo humano en la UE, que se estima pueda elevar en un 5% su producción antes de 2030. Todo ello, considerando que no está autorizado el cultivo de soja transgénica en Europa ni se esperan cambios al respecto. Esta situación conlleva que nuestros agricultores no serán competitivos en los mercados internacionales, dominados por la soja modificada genéticamente, y tendrán que producir para consumo interno, donde se demandan productos no transgénicos.

Unas previsiones condicionadas por la endogámica política comercial estadounidense, el inminente bloque anglosajón entre EEUU y Reino Unido, la pérdida de fuerza comercial de una europea envejecida, el incierto desarrollo del mercado Chino y la estrategia político-económica de Rusia, entre otros muchos factores imprevistos.