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La solidaridad es adictiva. La cuestión es empezar, y si uno lo hace desde edades tempranas, miel sobre hojuelasEl cambio de año es para muchos un punto de inicio, el preciso instante en el que se diluyen los malos augurios y se insufla ... un ánimo renovado y capaz de transformar a la propia persona. Es como una especie de renacimiento que nos envuelve y que nos empuja a mejorar o a cambiar aquellos aspectos de nuestra vida que no terminan de convencernos. Así que a cuatro días de que concluya el año 2019, ahí van cuatro propósitos para 2020.
El año suele despedirse con excesos, principalmente gastronómicos, así que ahí va el primero: no desperdiciar la comida. Nos cuesta admitir que desaprovechamos los alimentos. En el caso de las frutas y de las verduras, el 62% de los hogares los tira con asiduidad al cubo de la basura. En Valladolid, en el año 2018, quince millones de alimentos en buen estado han terminado en el contenedor. Cuarenta toneladas al día, el doble de lo que distribuyó el Banco de Alimentos en 2018.
Segundo propósito: ser más solidario. La solidaridad es adictiva. La cuestión es empezar, y si uno lo hace desde edades tempranas, miel sobre hojuelas. Los miembros del Consejo de la Juventud de Valladolid han celebrado este 25 de diciembre, día de Navidad, una comida en su sede con el propósito de dar cobijo a personas sin recursos. Lo de menos ha sido el menú, lo de más han sido las 50 personas que han conseguido sortear la soledad que se manifiesta cruelmente estos días. Han brindado en compañía y lo han hecho los más vulnerables, quienes ya arrastran la desdicha de la falta de recursos, pero también la ausencia de familia con la que compartir mesa y mantel.
Tercer propósito: sonreír más. Porque «sonreír es acariciar, acariciar con el corazón, acariciar con el alma». La profundidad de estas palabras nos lleva hasta el Papa Francisco, quien recientemente apeló a la sonrisa para felicitar la Navidad a los empleados del Vaticano. La sonrisa es gratuita y puede hacer mucho bien porque cada uno masculla sus delirios, sus inseguridades, sus temores. Esbozarla a tiempo suaviza el interior y alivia al de enfrente sea cual sea su situación.
Y cuarto: ser más agradecido. Despertar a un nuevo día es una buena y contundente razón para dar las gracias. Es una oportunidad para no desperdiciar, para ser solidario y para sonreír más. Tampoco hay que esperar a empezar el nuevo año, pero sí hay que proponerse seriamente estrenarlo con la convicción de que al menos vamos a poder con ello. Tenemos cuatro días antes de 2020 y cuatro propósitos. Comienza la cuenta atrás.
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