Pese a lo que diga el gran tuitero Pablo Iglesias, a la sazón vicepresidente del Gobierno, esto (todavía) es una democracia, así que es normal y hasta saludable hacer críticas sobre el proceder de la administración en determinados asuntos. Quizá no sea más que una ... anécdota, un tema menor entre tanta desgracia, pero pone en evidencia el cinismo con el que se hacen las cosas en política.

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Lo cierto es que resulta desconcertante que en pleno oleaje vírico, con todos los cerrojos puestos al sector del ocio y de la cultura, y con los rigores de un toque de queda más propio del campo de Mauthausen, se permitiera la grabación de ese talent show en el Centro Cultural Miguel Delibes. El Titanic se hunde pero la Oscyl tenía que seguir a regañadientes con su tocata y fuga.

Amén de un brote de contagios no desvelado del todo, el asunto ha sacado a relucir el apaño contractual suscrito por la productora del espectáculo y la Fundación Siglo, ínclito chiringuito del negociado de Cultura. No está el horno para bollos ni la economía para tirar la casa por la ventana pero, al margen de cuadrar las cuentas de estos coros y danzas sin beneficio alguno para las arcas públicas, pagar seis mil euros por la mera mención del patrocinio en una rueda de prensa es, cuando menos, un dispendio. Desde luego, siempre es positivo asociar la imagen de Castilla y León a ciertos actos culturales, pero no a cualquier precio, que igual les da ocho que ochenta. Para entendernos, demasiada pólvora en salvas.

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