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Julio Anguita, durante el XII congreso del PCE donde fue elegido secretrio general en el año 1999. E. P.
Proceso de deshumanización

Proceso de deshumanización

El finado, canonizado, canonizado, pierde potencial político ya que se le inhabilita como referente al colocarle, inaccesible, en lo alto de un altar

Joaquín Robledo

Valladolid

Miércoles, 20 de mayo 2020, 07:32

Por supuesto, de haberla visto en el cine, habría apagado el teléfono. Incluso, de normal, aun en casa, hubiera silenciado el móvil. Sin embargo, en estos días de ocio doméstico, de horarios disparatados, disfruto las películas a salto de mata en los ratos vacíos que ... me van quedando entre labor y labor, bebo el cine a sorbos con el móvil siempre alerta por si alguien llama, voy completando el metraje a empellones en los cuartos de hora que se dan entre llamadas. En uno de esos ratos, me asaltó la muerte de Julio Anguita. El sonido de un mensaje de whatsapp con la noticia se produjo mientras la pantalla mostraba 'Handia', una película de Aitor Arregi y Jon Garaño que relata las desventuras de los hermanos Martín y Joaquín Eleicegui a lo largo del tercio central del siglo XIX. En esa convulsa época, ambos parten del miserable caserío arrendado por su familia para recorrer Europa con el fin de enriquecerse explotando la acromegalia de Joaquín, una enfermedad por la que alcanzó los 2,42 metros de estatura. En realidad, esta particularidad le deshumanizó ante los ojos de los que dejaban sus reales en la taquilla para verle. Su rareza le alejaba de los demás que veían en él un gigante, un coloso, un monstruo en vez de una persona como cualquier otra, con sus deseos y anhelos, sus ilusiones y sus penas.

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