Problemas de legitimidad política
El avisador ·
«Pero en la cosa de la renovación de Poder Judicial al final se diría que no hay desatrancador que lo desatranque»Secciones
Servicios
Destacamos
El avisador ·
«Pero en la cosa de la renovación de Poder Judicial al final se diría que no hay desatrancador que lo desatranque»Dice el Real Instituto Elcano, el laboratorio de ideas –eso que los pedantes llaman ahora 'think tank'– sobre política exterior más relevante de España, que la imagen de nuestro país está en cuarto menguante. Que tiene problemas de «legitimidad política», tanto por la flaccidez ... de su gobierno central como por la dureza de cuanto sucede en las calles de Cataluña. No es para menos.
De lo que no habla el Real Instituto, en lo tocante a la imagen de España, es de lo que redunda o no redunda el hecho de tener a nuestro rey emérito en el exilio. Poco ha durado, en todo caso, el efecto memoria del 23-F, al llevárselo por delante los 4,4 millones de la regularización unilateral con Hacienda. Lejos de cerrar filas, a favor o en contra del anterior jefe del Estado, de lo que vuelve a dar pruebas nuestro país es de su absoluta endeblez a la hora de defender principios. Escuchar a Carmen Calvo cuando habla en nombre del Gobierno, de esta o de cualquier otra cuestión, resulta de un patetismo desalentador. No tanto como escuchar a la portavoz oficial, la siempre sobreactuada María Jesús Montero. Voces que, sumadas al griterío de los socios de Gobierno, empañan cualquier otra acción de cualquier otro ministro. Y suman puntos a favor de esta nueva leyenda negra española, que siempre cuenta con entusiastas distribuidos por todo el mundo.
Por no quedarle, parece que al Gobierno no le queda ni la opción de pactar, como parecía, un cierto regreso al bipartidismo de facto con el Partido Popular, que tan descolorido ha quedado entre el fracaso de las elecciones catalanas y el hundimiento del buque insignia de la calle Génova. En el consejo de RTVE, PP y PSOE han conseguido, parece, una lista de valientes. Veremos lo que aguanta su salud psíquica cuando traten de entrar a fondo en el esperpento en el que se ha convertido la televisión pública española. Nunca había llegado a alcanzar cimas tan altas de miseria ética ni estética. Pero en la cosa de la renovación de Poder Judicial al final se diría que no hay desatrancador que lo desatranque. Tal vez porque parece tan evidente que el PSOE lleva a Podemos en el bolsillo como que el PP piensa que Ciudadanos y Vox no son otra cosa que malos espíritus, a pesar de las evidencias de su corporeidad.
Y mientras esto sucede en las altas esferas, los expertos ya empiezan a decirnos que, entre la pandemia sanitaria, la política y la económica, hay una parte enorme de la población de las bajas esferas expuesta al estrés, la depresión o la locura. Salir a desahogarse con los amigos es imposible, porque los bares siguen cerrados y en las terrazas hace frío. Tampoco se puede hacer deporte, porque los centros deportivos están cerrados. Ni tirar de tarjeta de crédito para ir de compras, porque los centros comerciales mantienen el precinto. Y sin bares, sin deportes, sin cultura, sin hostelería, sin comercio, sin turismo… ¿Qué vamos a hacer con la marca España? Nada tiene de raro, pues, que nos volvamos locos. «La fortuna mis tiempos ha mordido, / las horas mi locura las esconde», que ya escribió Quevedo en el célebre soneto '¡Ah de la vida!', mirando cómo se derrumbaban los muros de la patria. Febrero, que no se acaba ni a tiros.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.