La relevancia de esta colección no puede pasar inadvertida, como tampoco ha de obviarse el privilegio que supone para nuestra ciudad poder contar con una herramienta tan certera para asomarnos a aspectos de enorme interés en el marco de nuestra historia y nuestra cultura. Desde muy pronto, los profesionales encargados del asesoramiento en las adquisiciones –grandes figuras de la historiografía del arte en España– comprendieron la importancia de remontarse a la época de la primera vanguardia, más concretamente a la segunda mitad del siglo pasado, para iniciar un relato que se configurara a partir de la confluencia de multitud de historias menores.
Quienes desde 1987 empezaron a adquirir estas obras acudieron a las raíces de la cultura del momento y exploraron con rigor sus bases, eludiendo la ostentación de los grandes nombres para poner el acento en la fragua de la singular modernidad de nuestro país. Se hizo desde el apego al terreno y desde la búsqueda de experiencias vernáculas. Esta cuestión de piel, esta querencia de lo propio y de lo que inveteradamente nos une, tiene un prístino reflejo en la colección. Su inmenso valor es éste. Visto desde este prisma, sólo el Museo Reina Sofía, buque insignia de la cultura de nuestro tiempo, puede presumir de unos fondos más excelsos. Para la ciudadanía vallisoletana, esto es un verdadero regalo.
Un hábil movimiento de las autoridades municipales del momento propició la llegada de esta colección a Valladolid y, con ella, la rehabilitación de parte del antiguo monasterio de San Benito para adaptarlo a las necesidades de un museo de arte que pudiera acogerla. El extraordinario trabajo de Juan Carlos Arnuncio en esta renovación arquitectónica fue objeto de la exposición que marcó, el pasado 4 de julio, el inicio de las celebraciones de nuestro aniversario. Y junto a esta exposición, una muestra titulada 'Universo Ferrant' hizo desfilar por nuestras salas a esas figuras que el canon historiográfico tildó de subalternas simplemente porque, en su mayoría, habían preferido hacer carrera en España en vez de buscar la gloria en París. Tal vez no pudieron o por alguna razón no quisieron marcharse, pero aquí regalaron episodios hoy memorables en nuestra historia del arte. Por eso, desde nuestros ojos contemporáneos, los Moreno Villa, Eudald Serra, Luis Castellanos, Apel.les Fenosa, Leandre Cristófol o Marinel.lo son hoy nuestros primeros espadas.
Remontémonos, ahora, a 1927, que no fue cualquier año en España. Ángel Ferrant, que era un joven pero ya notable escultor, presentó en la galería Dalmau de Barcelona el yeso 'La Escolar'. que cuelga todavía hoy en el arranque de 'Universo Ferrant'. Esta pequeña obra es relevante por el tema que aborda, una aprendiz sentada a un pupitre en el que solo es visible una planta en su maceta, más un guiño a la experiencia de la naturaleza que al conocimiento que puedan ofrecer libros y manuales ya escritos; no tanto una alusión a referencias ya regladas, a la norma, como una invitación emocionada a aprehender posibles estímulos prospectivos. Entre 'aprender' y 'aprehender', veía Ferrant diferencias abismales. Insisto en Ferrant porque, desde su perfil pedagógico, encarna tantos de nuestros anhelos que bien podríamos no hacer otra cosa que reivindicarlo. Pero el madrileño es, como señala nuestra exposición, el núcleo en torno al que gravita un vasto elenco de artistas que, a su vez, tejen historias que hoy leemos como mimbres cruciales para dar forma a nuestra identidad artística.
Ferrant debe considerarse la figura más representativa de nuestra colección. Gracias a la sagaz visión de los expertos que negociaron con sus herederos –inicialmente su esposa, María Lisarrague, y su hermano– fueron adquiridas, desde 1996, más de treinta esculturas y unos cuatrocientos dibujos, un conjunto sobresaliente. No menos importante fue el archivo del artista, que llegó en una maleta negra, nos cuentan, llena de documentos que nos permiten asomarnos al fascinante mundo de un artista descomunal. Muchos de ellos configuran el 'Universo Ferrant'.
Coinciden, por tanto, desde hoy en nuestro programa las exposiciones dedicadas a Ferrant y sus coetáneos y la que esboza, bajo el título 'Un origen. La forja de una Colección', el ambiente que rodeó a tan relevante episodio, el de los fogosos años ochenta. En ambas resuena la astucia y la sabiduría de quienes, año tras año, supieron seleccionar la pieza más oportuna, más señalada, para armar un repertorio diferente. 'Un paseo por Un origen. La forja de una Colección' se aproxima a un canon que no tarda en subvertir, y nos sitúa ante artistas que todos reconocemos como imprescindibles, alertándonos, no obstante, de un envés desconocido.
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Una colección de estas características invita no sólo a leernos y revisarnos en el marco de nuestro museo. Permite a su vez hacerlo a otras instituciones con las que el Patio Herreriano ha venido tejiendo una próspera red de colaboraciones e intercambios. Las obras de Asociación Colección Arte Contemporáneo contribuyen a importantes exposiciones que nos sitúan en la vanguardia institucional de nuestro país. En la que dedica estos días el Museo Reina Sofía a Manolo Quejido luce nuestra 'Partida de damas', un cuadro deslumbrante que ocupa el espacio más importante de esta extraordinaria retrospectiva. Es sólo un botón de muestra de la enorme presencia de nuestro museo en los conciertos nacional e internacional. Porque esta no es, créanme, una colección cualquiera, y esto nos obliga a protegerla y a celebrar la precisión con la que nos refleja.
ln· Exposición 'Un origen. La forja de una colección'. Museo del Patio Herreriano. Del 3 de diciembre de 2022 al 9 de abril de 2023. De 11:00 a 20:00. Entrada gratis.
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