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Carlos Pollán Fernández, cabeza de lista de Vox en León, ha sido elegido presidente de Las Cortes de Castilla y León con los votos ... del Partido Popular, 44 en total, en el contexto de un pacto de legislatura de las dos formaciones que incluirá también miembros del partido de Abascal en el Consejo de Gobierno. Así logra el partido de extrema derecha su primera presidencia en una alta institución democrática del país. Y ello después de varios días de tensas negociaciones que cristalizaron, según se desprende de las declaraciones públicas de sus protagonistas, en el último minuto. Lo sucedido esta mañana en Valladolid es, por tanto, un hito histórico. Para el país, para la comunidad, para el centro derecha, para el PP y para la formación verde. Y se cumple lo que la lógica política anticipaba desde que el 13 de febrero por la noche se supo que Vox iba a tener la llave de la gobernabilidad en la comunidad.
Por delante queda ahora la negociación de la investidura de Mañueco, que el presidente se ha garantizado, y la formación de un gobierno mixto PP-Vox. Todo indica que este proceso será ya mucho más ágil que el primer hito de Las Cortes, pues ha resultado tedioso escuchar cómo desde el PP se repetían sin cesar dos mensajes o deseos que la realidad y los hechos han triturado este 10 de marzo: que habría un gobierno en solitario del Partido Popular y que el PP no cedería la presidencia de Las Cortes a Vox. Ni una cosa ni la otra, en un desenlace que, de haberse materializado mucho antes, hubiese podido enmarcarse en la construcción natural de una mayoría de gobierno, pero que, vivido como se ha vivido, más de uno interpretará como una rendición del PP a las tesis de Vox. Abascal marcó una línea hace un mes, que posteriormente remarcó en una entrevista en El Norte de Castilla, y de ella no se ha movido. Quien sí lo ha hecho ha sido Mañueco.
En las conversaciones que mantengan los dos partidos a partir de ahora, cara a la formación de Gobierno y, con posterioridad, en el ejercicio de sus competencias al frente de la Junta de Castilla y León, esto de ahora creará un precedente. Como dijimos en portada la misma noche de las elecciones, el PP gobierna, pero Vox decide. Inflexiblemente además. Hubiese sido deseable que, haciendo una lectura sencilla y directa de la voluntad popular, este acuerdo se hubiese fraguado de manera más cordial y con mayor antelación. Porque estas urgencias y fricciones inútiles, al menos desde un punto de vista práctico, no muestran la cara más sensata de nuestra dirigencia política. Y dejan marcas.
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