Predicar

Muy cerca de mi casa, el Ayuntamiento ha cambiado los contenedores de vidrio que había por otros del mismo tamaño pero distinto color. En este caso, de color rosa para evidenciar el compromiso de dicha administración con las mujeres que padecen, o pueden padecer, cáncer ... de mama. Cuando paso por delante de ellos me pregunto qué sentido tiene esa exhibición, y otras similares, que, supongo, intentarán concienciarnos de los males que nos acechan y solidarizarnos con quienes lo padecen. Y, francamente, cualquier acción de este tipo me parece bien, pero el cáncer no necesita visualización sino dinero para seguir investigando su origen, sus consecuencias y, sobre todo, las posibilidades de curación, que cada día son mayores. Por eso, cuando veo estos recipientes pienso si no sería más efectivo dedicar lo poco o mucho que cuesten todos los que habrá repartidos por el país a patrocinar alguna investigación. Por eso me gusta participar en la Marcha del Cáncer que organiza esta casa porque no trata de crear conciencia, sino de aportar fondos para una gran tarea. Cuando escribo esto no conozco todavía las cifras definitivas de andarines, pero habrán superado ampliamente los 50.000, que a razón de cinco euros por persona da una cantidad respetable para seguir acorralando a la enfermedad que más personas mata en el mundo civilizado. Lo de pintar contenedores no es una mala idea, pero las hay mejores. Es la diferencia entre predicar y dar trigo…