Era de temer y ha sucedido, las imágenes parecen de una película de intriga político distópica, como alguna de John Frankenheimer, pero el asalto al Capitolio en Washington es una realidad entre lo grotesco y lo inquietante: una coherencia plena con el mandato del presidente ... más dañino que han conocido los norteamericanos, por decisión propia, y el resto del planeta, como forzados sujetos pasivos. Donald Trump ha bordeado la ilegalidad y la traición desde el inicio de su mandato, por puro interés personal del ejercicio del Poder y asentado en un formidable aparato de propaganda y mentira. Con ese precedente no debería sorprender una apoteosis final, instigando una insurrección popular pues los resultados electorales, aunque muy concluyentes, no se ajustan a su «realidad alternativa». No es una novedad que un Presidente promueva un golpe de Estado, lo novedoso es que suceda en la Democracia más poderosa del mundo y recurra a un populismo indecente y violento para evitar su abandono del Poder. Esa insurrección impulsada por el presidente en funciones se califica sola como Alta Traición y debería ser juzgada. Trump no está capacitado para hacer un traspaso de poderes y debería ser inhabilitado, conforme a la enmienda 25 de su Constitución, introducida tras el atentado a JF Kennedy. Sería el clavo ardiendo al que deberían aferrarse los republicanos.

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La preocupación debe venir de que Trump sólo es el símbolo de una parte importante, reaccionaria y excluyente, de la Sociedad norteamericana. Era previa a su elección presidencial, pero la alentó antes y la amplificó durante su mandato; el resultado es una Sociedad dividida profundamente, cuyas heridas tardarán en cicatrizar y son el mayor desafío para Biden. A la vista de los hechos, no le va a resultar fácil desactivar un fanatismo que supone una amenaza real sobre su vida. En realidad, Trump ha visualizado su lamentable legado y se ha dicho que los USA «se asoman al abismo», pero ya entraron hace cinco años, cuando el partido Republicano se entregó a un populista mentiroso y amoral, para apoyar y seguir su estela política de caótico ejercicio de Poder. El Constitucionalismo Norteamericano ha recibido el mayor ataque de su Historia y una mínima justicia poética convertiría al 'Gran Viejo Partido' en un cadáver, amenazado de escisión para salvar una hipotética regeneración. Franklin D. Roosvelt declaró el 7 de Diciembre de 1941, fecha del ataque japonés a Pearl Harbor, como el 'Día de la Infamia'… Este 6 de Enero de 2021 bien pudiera ser el 'Día de la Vergüenza' y para ello los USA no han necesitado colaboración exterior. El juego continúa, el efecto Trump no va a desvanecerse fácilmente pues ha mantenido sus votantes. Inquieta pensar que sin su torpe y mortífera gestión de la pandemia de la covid-19, tal vez hubiera logrado un segundo mandato devastador, bajo su imperio de la mentira y con absoluta impunidad.

En el trasfondo global de este gravísimo problema subyace la fragilidad de la Democracia en un mundo incierto, regido por unas redes sociales manipuladoras y fuentes de datos para su explotación digital y así dirigir e imponer tendencias a los ciudadanos. El caso más conocido es el de Facebook como fuente de datos para Cambridge Analytica, una consultora británica asesora de marcas y políticos que deseen cambiar comportamientos de la audiencia. Sus principales éxitos son las victorias del Brexit y Trump. Su estrategia es crear escenarios alternativos de mentiras para desacreditar las Instituciones e inducir un pensamiento, acomodado a los intereses del cliente y ajeno a la verdad; se busca captar al ciudadano con mensajes que desea oír y soluciones 'fáciles' para lograrlos. Goebbels y Lenin lo conocían bien: sólo importa ganar el poder, no importa reconocer la mentira una vez que se ha ganado, pues parece que no tiene efectos retroactivos ni penalización. Nigel Farage, líder del brexit, prometió un ahorro semanal de 350 millones de libras al salir de la UE, que destinaría a Sanidad; al día siguiente lo negó y dijo que era un 'error'. Steve Bannon, siendo asesor de Trump, contrató a Cambridge Analytica para las elecciones de 2016 y lograron una insospechada victoria de Trump… mintiendo.

La situación en los USA tiene transcendencia mundial y evidencia amenazas profundas y ciertas sobre la Democracia pero, además, advierte del alto precio de la mentira. Nuestra complicada situación política y la creciente degradación económica por la pandemia deberían favorecer la reflexión de nuestra clase política sobre la trascendencia del momento y la necesidad de diálogo y acuerdos amplios: la mitad del país no puede ser gobernada contra la otra mitad, según el ejemplo USA. Nadie escarmienta en cabeza ajena y vivimos la opción política más negativa: la afirmación propia por la negación del contrario y, como en USA, sólo hay una vía de entendimiento: la Constitución. 2021 parece que viene recio.

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