En posición de combate
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El socialismo español necesita la unidad interna que ha exhibido su Congreso para disputar frente al PP una dura batalla por el poderHay algo más que unidad interna. Hay muy buen rollo y nos sirve para cargar pilas». Un delegado al 40 Congreso federal del PSOE que se cierra este domingo en Valencia resume con esta frase su estado de ánimo optimista. Pedro Sánchez ha conseguido ... aglutinar al partido, que cierre filas y se ponga en posición de combate, que es lo que el socialismo español necesita, con las encuestas, incluso las del CIS, recortando su ventaja sobre el PP, que puede convertirse en una amenaza electoral seria. El futuro, ciertamente, no está escrito. Y el primero que lo sabe es el propio Sánchez, que era un 'outsider' cuando dio la batalla contra el 'establishment' del PSOE y, con la bandera del poder de las bases, ganó la batalla interna y logró arrinconar a la vieja guardia del partido con el revulsivo eficaz de la renovación.
Las circunstancias han cambiado ahora y Sánchez recurre a la historia y al mantra de la unidad, con los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero como teloneros de un cónclave que, desde el punto de vista de la intendencia y la escenografía, se ha convertido en el típico evento de un partido socialdemócrata casi nórdico. El presidente se 'reconcilia' con el partido y se quita la espina después de cinco años de reconversión que sorprende por su contundencia. Sánchez ha culminado un viaje espectacular al pasar del riesgo de 'pasokización' del partido –dejarlo en irrelevante ante la llegada de Podemos en 2015– a instalar al PSOE en el poder. Y, además, ha desactivado la discrepancia interna e incluso la ha integrado en un modelo construido a su imagen y semejanza.
El PSOE exhibe una notable unidad interna para librar una batalla que va a ser dura y correosa con el centroderecha. Y se propone definir un proyecto sólido para afianzar la recuperación económica y consolidar un proyecto socialdemócrata moderno desde la 'justicia social' que coloque al PSOE en la vanguardia del centroizquierda europeo, ahora que tiene el viento a favor desde Alemania, con la previsible alianza entre el SPD, los verdes y los liberales.
El socialismo español tiene que abordar retos muy relevantes. ¿Cómo garantizar el modelo social haciéndolo sostenible? ¿Cómo redistribuir la riqueza creándola primero? ¿Cómo resolver el drama de la España vaciada? ¿Cómo afrontar el debate del modelo territorial sin reabrir los agravios con Cataluña y sin reavivar heridas en otras comunidades? ¿Cómo seducir a quienes piensan que hay que avanzar hacia un estado plurinacional sin generar nuevas tensiones territoriales? ¿Cómo consigue conectar con el electorado menor de 45 años, ese que es casi el 40% del censo? ¿Cómo ofrecer seguridad y certidumbre a una parte de la sociedad que vive con una sensación de miedo al futuro y a los cambios emergentes y vertiginosos en la sociedad?
Muchas preguntas que ha abordado este 40 congreso de Valencia y que obliga a que haya respuestas desde el progresismo. La propuesta para abolir la prostitución o el papel del feminismo se han convertido en los debates de mayor impacto mediático. El contexto de la discusión de fondo se libra en Europa, no tanto entre la derecha y la izquierda, sino entre quienes defienden los valores europeístas y quienes los cercenan a diario desde la extrema derecha, el «fascismo organizado», según proclamó la exvicepresidenta Carmen Calvo el viernes en su intervención, en alusión al papel de Vox en la política española.
La coyuntura obliga al socialismo español a un ejercicio permanente de negociación con el socio situado a su izquierda, Unidas Podemos; una entente que, ante la ausencia de un socio liberal que ejerza de bisagra, el PSOE necesita cuidar para conservar el poder, pero que, a la vez, le obliga a reforzar su identidad socialdemócrata para alejarse de riesgos rupturistas. En este escenario, la negociación de los Presupuestos Generales del Estado desembocará previsiblemente en un acuerdo que dará luz verde a que la legislatura se complete.
En este cuadro de situación se ubica el inesperado y rápido acuerdo que han alcanzado PP y PSOE para renovar algunos órganos constitucionales, como el Tribunal de Cuentas, el Tribunal Constitucional y el Defensor del Pueblo. Es, seguramente, una excepción de consenso ante las hostilidades que se avecinan en el horizonte. Una descarnada batalla por el poder con el centroderecha que Sánchez quiere disputar con un nuevo equipo, más competitivo y más joven, pero sin correr riesgos innecesarios por su política de alianzas. Un equilibrio difícil en una sociedad cada vez más polarizada, que le obliga a ejercer constantemente los contrapesos.
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