Concentración de leonesistas el miércoles. Ical
Óxidos y Vallisoletanías

Una posible solución a la autonomía leonesa

«Si hablamos de una comunidad con los límites del reino de León a mediados del XII, deberían preguntarnos también a los vallisoletanos»

José F. Peláez

Valladolid

Viernes, 28 de junio 2024, 06:39

Lo primero que habría que tener claro es si al hablar de León hablamos de una ciudad, de una provincia, de un reino o de una Corona. En función de esa premisa podemos construir el resto del discurso, porque al menos habremos marcado un punto ... de partida común, un lugar concreto de la historia al que retrotraernos para justificar aquello que queramos justificar. Habría que comenzar diciendo que la moción para la creación de la autonomía leonesa surge de la Diputación de León, por lo que entendemos que su ámbito debería ser provincial. No tiene mucho sentido que la Diputación de León hable en nombre de un zamorano o de un salmantino. Vamos, por poder, se puede, entiéndanme, pero tiene el mismo sentido que ponerse a hablar en nombre de uno de Albacete o de Las Palmas. A no ser que les preguntemos a ellos, por supuesto. En ese caso podrían decir que quieren formar parte de la autonomía leonesa o que no. En realidad, hay otra opción, que es digan que sí en una provincia y que no en la otra. Si es Zamora la que dice que sí, no habría problema, pero me pregunto qué pasaría si la que acepta es Salamanca y no Zamora. Sería una autonomía formada por dos provincias sin frontera entre ellas, abriendo una interesante novedad en la configuración territorial del estado ya que Valladolid, por ejemplo, podría reivindicar formar parte de una nueva comunidad junto a Murcia, que, al fin y al cabo, es tan castellana como Burgos y que abriría mercados interesantes. Sobre todo, para nuestros logopedas. Podría darse otra carambola interesante, que es que Salamanca vote que sí a la Región Leonesa y que León vote que no, porque, en ese caso, la nueva comunidad autónoma leonesa se circunscribiría al Campo Charro, dejando a León otra vez con los malvados castellanos. Y a volver a empezar.

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Volviendo a la realidad, entendemos que lo que se reivindica debería tener los límites de la actual provincia de León. No sería, por lo tanto, algo nacido de la nostalgia de un reino sino del fracaso de una comunidad autónoma. No quiere ganar lo perdido sino perder lo ganado. O, dicho de otro modo, no quiere volver atrás en el tiempo ni anclarse a un paraíso perdido sino seguir hacia adelante creando algo que nunca había existido previamente: la comunidad autónoma uniprovincial leonesa. Pero creo que lo justo y democrático sería pedir antes opinión a El Bierzo, a ver qué opinan de todo esto. Es posible que El Bierzo se niegue a formar parte de ninguna nueva autonomía y quiera quedarse como está. O que quiera irse con Galicia. O que quiera una autonomía propia. Y si en El Bierzo tienen derecho a dar su opinión, supongo que también en la Maragatería, y en la Ribera del Órbigo, y en Valderas y en el Páramo.

En cualquier caso, resulta descorazonador lo que se hace con la historia. La realidad es que el Reino de León fue importantísimo, algo clave en la Reconquista y decisivo en la configuración de España e incluso de Europa. Si Carlos Martel paró a los musulmanes en Poitiers, Ramiro II los paró en Simancas en una batalla decisiva que podría haber cambiado radicalmente el transcurso de la historia. De hecho, los castellanos no somos más que una escisión de León, somos leoneses emancipados. Sobre todo, en Valladolid, por cierto. Pero siempre hemos caminado juntos. Desde Fernando I y de modo definitivo desde Fernando III. Yo creo que en diez siglos podríamos habernos acostumbrado un poco. Y eso no quiere decir que seamos lo mismo, en ningún caso lo somos. De ahí la conjunción copulativa: Castilla y León. Tampoco somos tan diferentes, todo hay que decirlo. Pero evidentemente las identidades son diversas. Y no pasa nada, la comunidad incluye dos regiones como la Corona de Castilla incluía el Reino de Castilla, pero también el de León. No se trata de una sustitución sino de una anexión, igual que los reinos de Sevilla, Córdoba, Jaén, Murcia, Toledo, Galicia, el Señorío de Vizcaya y el Principado de Asturias, por no hablar de casi toda América. La Corona de Castilla incluye el Reino de León al igual que España nos incluye a todos.

Por su parte, la Corona de León –que no solo es el Reino de León sino también Galicia, Asturias, Extremadura y, depende cuándo, también Portugal– es fundamental para entender España. Pero es algo que no existe. Es algo que deben entender cuanto antes. En Castilla esto lo tenemos muy claro porque nuestra tierra está partida no ya en varias comunidades sino en varios países. La Castilla histórica no existe y el León histórico tampoco. Partiendo Castilla se quiso evitar una nueva Prusia y lo que tenemos ahora son divisiones administrativas con un nombre que retrotrae al reino histórico del que emanan pero que en ningún caso son identificables con él.

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Para gran parte de España, el Reino de León es su origen, su mito fundacional. León es nuestra madre. Yo los tengo un cariño extraordinario como he dicho en cada ocasión que he podido, a pesar de que me toque siempre defender a Castilla y a Valladolid, que es mi tierra, cuando se nos ataca por allí. He debatido en varias ocasiones con su alcalde, José Antonio Diez, del PSOE, que es un tipo fantástico y un extraordinario alcalde. Pero percibo que al final todo va de culpar a Valladolid de todos los males del mundo. De nada sirve que Pontevedra, Orense, Cáceres, Badajoz y Huelva tengan una problemática similar a León, Zamora y Salamanca, que viene derivada de su situación física, limítrofe con Portugal y alejada tanto del centro de la península como de las vías de comunicación radiales principales. De nada sirve que la despoblación y la falta de inversiones privadas se ceben en esos lugares, porque existe una pulsión para culpar de todo ello a Valladolid, que es, sin duda, la provincia peor tratada por la Junta diga lo que digan en León y la máxima beneficiada de su eventual salida.

En cualquier caso, si lo que se reivindica es una autonomía que contenga León, Zamora y Salamanca, estoy de acuerdo. No tengo nada que objetar. Es posible que todos saliéramos ganando. Pero si estamos hablando de una comunidad autónoma con los límites del antiguo reino de León a mediados del XII, me siento agraviado porque deberían preguntarnos también a los vallisoletanos, que somos tan leoneses como los que más. Y como leoneses que somos, queremos formar parte de ese reino. Y, por supuesto, optar a su capitalidad.

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