Más pompa que circunstancia

Hace un par de semanas el prestigioso 'The Economist' publicó los datos de una exhaustiva encuesta sobre el 'brexit', de la que se desprendía que la mayoría de los británicos abogaban ahora por permanecer en la Unión Europea. Suponía un vuelco al resultado del referéndum ... sobre la espantada, que estuvo precedido de falsedades aventadas por el infame eurodiputado ultra Nigel Farage y por el hoy primer ministro isleño, Boris Johnson. Los 'ingleses' se rindieron a los postulados de ambos subyugados por cantos de sirena, cuya letra había sido escrita por majaderos, y salpimentados con los atentados yihadistas en el corazón de Londres. Reino Unido recuperaría la soberanía y se encaminaría hacia un futuro económico brillante. Pero los datos sobre este último aspecto avalan todo lo contrario. Todo sea por el infausto orgullo británico. Para redondear el fiasco, en Escocia, que votó contra la huida, se ha disparado el clamor por la independencia. Tampoco estarán amparados por el inefable Donald Trump, quien les prometió el oro y el moro. Como ven, un pan con unas hostias.

En el acuerdo sellado en Bruselas se refleja lamentablemente la renuncia británica al programa Erasmus. No quieren contagios culturales continentales. Este plan ha roto fronteras sociales, atenuado tópicos y promovido el acercamiento entre los jóvenes. Además, el renovado Erasmus+ amplía la permeabilidad no solo a nuestros estudiantes, sino que es un abanico holístico que se abre a personas de todas las edades. Pero anteayer Johnson nos llamó 'amigos'. Como reza en 'el segundo himno' de las islas ('Pompa y circunstancia', de Elgar): «Tierra de esperanza y gloria». ¿Gloria? Eso forma parte del pasado; todo lo demás será circunstancial.

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